El gran sueño de mi vida (que nunca fue tal)
«Mi gran sueño es...»
«Aquello acabó con el sueño de mi vida»
«Estoy orgulloso de mis hijos; todos ellos están cerca de alcanzar sus sueños»
«Ahora solo me falta aquello y habré logrado mi sueño»
Frases como estas me hacen sentir un marciano. Cuando no, me despiertan una no muy sana envidia. Más allá de que quien las diga haya cumplido o esté a punto de cumplir su sueño en la vida o incluso si por alguna razón —la que sea— su gran sueño se vio truncado, me digo a mí mismo, ¿qué me pasa a mí, que no tengo ni tuve sueños, ni uno solo? O, en todo caso, cuando hablamos de sueños, ¿a qué exactamente nos referimos? ¿Los sueños son lo mismo que los objetivos? Pienso que no. Siento que los sueños traen gratificaciones que sobrepasan expectativas más modestas. En cambio, entiendo los objetivos como metas más frías, que no necesariamente tienen que ver con una satisfacción placentera. Digo: un objetivo puede ser la mera supervivencia. Pero un sueño está más relacionado con algo que uno persigue incluso al margen de las exigencias básicas de la vida. Algo que uno quiere y abraza con toda la pasión disponible. Obviamente, los límites entre ambos conceptos no están claramente delineados, pueden entremezclarse o compartir alguna intersección de terrenos.
Siguiendo la reflexión, confirmo que no he tenido el gran sueño de la vida. Una gran ilusión. Objetivos, sí: cumplir bien mi trabajo, lograr independencia económica, tentar una vida tranquila y lo menos accidentada posible. Mi gran amor ha sido la música. Pero ni ahí me tracé un sueño: es decir, no fantaseé con tener una banda exitosa o tocar el bajo o la guitarra como un dios. Brevemente, tenté de hacer música hasta que mi urgencia por replegarme y escabullirme dentro mi caparazón terminó por bloquear toda posibilidad de consolidar algo en ese sentido. Pero una vez muerta esa opción, nunca me senté a lamentar la muerte de un probable gran sueño. No me sentí frustrado. No me arrojé a morir ni a rabiar. Quizá desplacé esa imposibilidad hacia otro espectro, un espectro más llevadero, pues no requería de intercambio social: la colección de discos. Pero intuyo que ser un coleccionista no es un gran sueño, es solo un enorme placer para mis oídos.
Y nunca me ilusionó viajar por el mundo, dominar cinco idiomas, ser un hombre exitoso, conseguir a la mujer de mi vida, forjar una familia feliz, con hijos, perro y un sol que filtre su luz cada mañana a través de la ventana. Mucho menos quise ser una figura rutilante en el ambiente empresarial o político, solo por nombrar posibles sueños que muchas otras personas sí anhelan.
Sí me gustaba la radio. De chico jugaba a ser narrador de partidos de fútbol y de adolescente me imaginaba ser un disc-jockey. Pero tampoco hubo combustible suficiente como para mover un dedo en una dirección acorde con esas inquietudes. Presumo que mis niveles de apasionamiento no treparon tan alto como para abocarme a la concreción de una ilusión. ¿O es que mis grilletes esquizoides lo abortaron todo? Interesante cuestión que me lleva a preguntarme y preguntarles: ¿los esquizoides tenemos sueños? ¿O la ausencia de ellos es otro de los síntomas de nuestra condición? Ni siquiera sé si solo es algo mío, muy personal; tal vez ustedes sí tienen un gran deseo en la vida. Yo no tengo una respuesta. Solo sé que me siento un animal extraño que no comparte muchas cosas con los demás. Un hombre sin sueños, según el sentido común, es cualquier cosa.
Ya casi tengo ganas de decirme —muy a mi pesar—: mejor apaga la luz...
cierra la puerta...
olvida que existes.
Bueno, creo que muchos esquizoides somos bastante soñadores, pero en el sentido de cerrar tus ojos y vivir en otro mundo,leemos un libro, oimos una canción,etc... y cerramos los ojos y nos vemos paseando en ese mundo libre de gente.
ResponderEliminarSomos soñadores como los demás¿?, pues no, ya que no nos atraen las mismas cosas.
Pero aquello de cerrar los ojos e imaginarnos en un mundo libre de humanos es más una ensoñación que un sueño. Algo más relacionado con la imaginación que con un ferviente deseo de cumplir algo que nos apasiona.
Eliminar" Siento que los sueños traen gratificaciones que sobrepasan expectativas más modestas. En cambio, entiendo los objetivos como metas más frías, que no necesariamente tienen que ver con una satisfacción placentera." Brillante !!!
ResponderEliminarNunca había caído, pero es verdad.
:)
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