Hoy
Hoy voy a llamar a mis amigos (no sé si los tengo), a todos ellos.
Hoy voy a salir a mirar la vida con ojos de humano normal, común, silvestre.
Hoy voy a hacer llamadas telefónicas y preguntaré a mis interlocutores, ¿qué tal, cómo andan?, para luego liarnos en una conversación frugal y extendida más de la cuenta.
Hoy voy a ingresar a mis redes sociales y saludaré a mis contactos que cumplan años, con palabras efusivas y poco reales, pero así dice la norma.
Hoy voy a pasar el menor tiempo posible encerrado entre cuatro paredes: hay un sol resplandeciente allá afuera.
Hoy voy a deshacer mi ceño fruncido y abrir mis labios en una sonrisa como la de nunca jamás.
Hoy voy a reír a carcajadas.
Hoy voy a repartir positivismo y buena onda a quienquiera que se cruce en mi camino.
Hoy voy a hablar más palabras que todas las que pronuncié en los últimos 365 días.
Hoy voy a preguntarle a todo el mundo si hay una fiesta por la noche. He de prepararme.
Hoy voy a perder el miedo.
Hoy voy a desplegar sobre la mesa una gran cantidad de proyectos. Proyectos que implican a muchas otras personas con las que tendré el placer de reunirme, si es posible, hoy mismo.
Hoy voy a interesarme en los demás. Llámenme, déjenme un inbox. Mi disponibilidad es total.
Hoy voy a contar chistes.
Hoy voy a trepar hasta la cumbre sombreada de una montaña y respirar aire puro.
Hoy voy a revisar mi directorio telefónico en busca de alguna amiga de años antes: salir a cenar, al cine o a bailar, lo que sea.
Hoy voy a dar un discurso inflamado que toque las fibras más recónditas de mis oyentes.
Hoy voy a encontrarme con quien sea para cenar o tomar unos tragos —vino, cerveza o algo más rebuscado—.
Hoy voy a escribir en mi Facebook, me siento genial. O tal vez, me siento alegre. O bien: me siento motivado.
Hoy voy a responder todos los mensajes pendientes y devolveré las llamadas perdidas.
Hoy voy a convocar a todos aquellos que han pasado los últimos tiempos intentando convocarme: buscaremos un lugar de esparcimiento donde podamos hablar, reír, joder, desatar la locura, compartir anécdotas y recuerdos. Pero sobre todo hablar.
Hoy voy a brillar.
Hoy voy a tomar calles, avenidas, plazas y parques con actitud ganadora y plena confianza en mi recién descubierta popularidad.
Hoy voy a dar consejos.
Hoy voy a ofrecer comprensión y consuelo, con una palmada en el hombro —yo sé lo que se siente cuando uno se siente como dentro de un agujero—.
Hoy no voy a pensar mucho: voy a actuar.
Hoy voy a moverme.
Hoy voy a dejar abierta la puerta de mi piso: que pasen todos los que quieran, seré un gran anfitrión.
Hoy voy a dejar abierta la puerta de mi piso: que pasen todos los que quieran, seré un gran anfitrión.
Hoy voy a perseguir mis sueños —esos que no tengo ni tuve jamás—.
(Despierto, de pronto. Que no ha sido un sueño, sino una pesadilla).
Soy una mujer con rasgos esquizoides (dicho por mi psiquiatra). Tu escritura me deprime y me ilumina a la vez. Cómo puedo explicar tal dicotomía? Mierda!
ResponderEliminarLa vida misma es una dicotomía. Creo que se trata de buscar el equilibrio e intentar convivir lo mejor posible con nuestra condición. Que estés bien!
EliminarGracias por tu devolución. Era mi segunda intervención, aunque sigo el blog desde hace meses.
ResponderEliminarGracias por seguir este blog, lo aprecio mucho!
EliminarConsiderás que un esquizoide puede tener amigos de su misma condición? A distancia, claro. Soy de Argentina y hace meses intervine "cantando" una canción de Babasónicos.
ResponderEliminarA distancia siempre es más llevadero. Incluso cara a cara, pues ambas partes saben de antemano que no hay que ser invasivos. Claro que los encuentros personales tenderían a ser intermitentes. ¿Dónde participaste con el tema de Babasónicos?
EliminarIntervine en la entrada "A más gente, menos gente". Allá por octubre del pasado año.
EliminarCierto, fácil uno se identifica con la letra de la canción.
EliminarGracias. El blog queda abierto cada vez que quieras comentar o intercambiar ideas. Saludos.
Eliminar"Considerás que un esquizoide puede tener amigos de su misma condición?" Magnífica pregunta... que me he hecho muchas veces y a mí me sale tb una dicotomía: por un lado sería lo ideal, no hay que dar explicaciones ni recibirlas porque todo está clarísimo; por otro -y pienso en los polos del mismo signo de un imán - , ¿conduciría eso a algo? ¿o duraría lo que un azucarillo en un café?
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