L.O.V.E.

Hasta ahora me había negado a tocar el tema del amor. Inconscientemente, tal vez, he estado colocando este asunto debajo de la alfombra. No queriendo hablar de él. Pero sabiendo que, tarde o temprano, debía sacudir la alfombra. Asunto engorroso este del amor. Si para la gente normal ya lo es, imagínense cómo lo es para los que llevamos en la frente la etiqueta de esquizoide. Sé de casos de esquizoides extremos que no solo nunca han tenido pareja, sino que jamás han besado a una mujer (o a un hombre, si el caso involucra a una mujer). No sé si eso es demasiado frustrante para ellos o si el hecho de no haberlo experimentado les  evita el sufrimiento. No sé si les pasa lo mismo que con los que no tenemos hijos: no sabemos de lo que nos estamos perdiendo. Y si a alguna gente le parece insólito que haya terrícolas esquizoides que jamás han unido sus labios con otro terrícola, deberían saber que en realidad no es tan increíble, toda vez que el trastorno esquizoide aleja con obstinada tenacidad a quien la padece del prójimo (y el prójimo incluye a una eventual pareja, obvio).

Pero está la pregunta clave: ¿Realmente el esquizoide precisa de una pareja? ¿Desea tenerla de verdad?

No podemos responder, simplemente, sí o no. Dependerá de varios factores: el grado de esquizoide, si es que tiene también algo de evitativo, por ejemplo. Según los exégetas del trastorno esquizoide, si hablamos de un caso extremo y, por llamarlo de alguna manera, puro, en realidad tenderá a prescindir del amor, prevalecerán en él la indiferencia, el desapego sexual (que no necesariamente va pegado al amor pero hace que sus necesidades de compañía sean casi nulas). Simplemente, no le interesa. Pero si hablamos de un esquizoide de grado medio o bajo, el terreno se hace más confuso (o matizado, si quieren). Lo mismo si tiene algo de evitativo (estos sí anhelan socializar, pero sienten que no pueden lograrlo y eso los frustra tremendamente). Y es en estos casos en los que podría existir cierta inquietud por anhelar compañía amorosa. Y es así como se generan los conflictos. El esquizoide podría interesarse en alguien, sea porque le agrade físicamente o porque encuentre en esa persona alguna empatía que despierte ansias. Pero no sabrá cómo hacer para acercarse a ella. Si tiene suerte, ella se acercará a él. Y si eso ocurre, nada está asegurado. Es más, probablemente empiece un camino lleno de espinas, pues él será confrontado constantemente para elegir entre el placer de estar solo y el deber de cumplir con todos los rituales de una relación, los cuales, por cierto, son como monstruos mitológicos para él: no solo deberá intentar compensar su escaso entrenamiento en los vericuetos de la socialización para sobrellevar la relación, sino que deberá acceder a conocer a los amigos de su pareja, a su familia, a frecuentar espacios intimidantes como discotecas, pubs, o lo que fuera. Por otro lado, será un campo minado para su pareja, a la que le costará entender por qué él tiende a replegarse, a evitar asistir a ciertos espacios, a conocer gente, se preguntará con frecuencia si él la quiere, pues no lo demuestra, no es detallista, es plano en su trato, está y no está.

Y existen también aquellos casos en los que el esquizoide cree que necesita amor. Y así lo piensa, pues desde niño ha recibido mensajes claros. El mandato de normalidad es: conoce al amor de tu vida, cásate, funda una familia. Entonces, siguiendo el mandato, que parece ser tan obligatorio como estudiar, prepararse, trabajar, ser alguien en la vida, pues siente el deber de buscar amor, aún si genuinamente no lo desee. Habrá internalizado tan profundamente el mandato (en la escuela te bombardean con aquello de la familia feliz en una casa bajo un eterno sol radiante, papá, mamá, hijos y hasta un perro que no cesa de mover la cola) que sabe que tendrá que procurarse una compañía para la vida. No hacerlo equivaldría a fracasar, a no realizarse del todo. Para casos como estos es que he titulado el post como L.O.V.E. (amor en inglés, pero también podrían ser las iniciales de: La Obligación de Vivir Enamorado).

¿Qué hacer?

Reflexionemos. ¿Necesitamos amor? ¿Somos capaces de ofrecer amor? ¿Podríamos encontrar a alguna persona que pueda conectarse con nosotros? ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestra natural tendencia a encerrarnos en nuestras habitaciones para entregar parte importante de nuestro tiempo a aquella persona?

Menudo asunto.