El orgullo esquizoide II

Es pertinente citar en esta segunda parte el concepto que utiliza Mikel Martínez (psicólogo y creador del website Hispaesquizoide - www.esquizoide.net) para precisar aquella sensación de superioridad que algunos esquizoides poseen y que comúnmente suele denominarse orgullo esquizoide. Él prefiere llamarlo desdén esquizoide. Y explica que el concepto que él maneja, es decir, el del desdén, además de denotar un sentimiento de superioridad, arrastra otro de desprecio. Y recuerdo haber mencionado, precisamente, la palabra desprecio en la primera parte de este post ("Desprecio en ellos su escaso o nulo hábito de la lectura. Y que prefieran pasar las horas embobados ante un estúpido programa de televisión o embotando sus cerebros durante horas en el estruendo de una noche de música electrónica en una disco, alcoholizándose para poder hacer las cosas que no hacen en sobriedad").

La precisión de Mikel me dejó pensando. Y no solo en la posibilidad real de que, en efecto, muchos esquizoides podamos despreciar ciertos comportamientos, formas de ser o de actuar de la gente 'normal'. Sino también en la contundencia de lo que ello significa. Es decir, aquello de situarse por encima de los otros. Algo que, personalmente, no va con mi modo de pensar desde un punto de vista axiológico (repito: lo ideal es pensar que no somos ni más ni menos que nadie). Pero pasa que en algunas ocasiones tengo esa sensación de superioridad (como he descrito en el post previo). Se crea, entonces, un conflicto entre lo que se piensa y lo que se siente.

Mikel señala en su website, en un apartado que titula "El mundo visto por los esquizoides", que el desdén esquizoide posee tres características. Dos de ellas son bastante conocidas: la indiferencia y el desapego. Y que la novedad es la tercera: el menosprecio. ¿Este nuevo aspecto de la personalidad esquizoide nos reubica en el mundo de las relaciones sociales? Quiero decir, ¿pasamos de víctimas a victimarios? (obviamente, en un plano imaginario: en nuestras mentes). ¿Cambiamos de lugar con los verdugos? ¿Manejamos ahora el garrote?

Puede que sí. Pero mientras algunos de nosotros hemos sido 'víctimas' en la realidad (cada vez que alguien del bando 'normal' enfila su artillería contra nuestro mutismo, contra nuestro ensimismamiento o contra nuestro precario sistema de comunicación), es, más bien, poco probable que nosotros seamos 'victimarios' en la realidad. El desapego y la indiferencia harán que nos retraigamos y que solo hagamos uso de nuestro menosprecio mentalmente, de manera que los 'normales' ni siquiera se enteran de lo que pensamos de ellos. No obstante, puede que a veces nuestro desapego sea una suerte de castigo para los no esquizoides: el archiconocido látigo de la indiferencia. Pero creo que no vamos por ahí diciéndoles lo superficiales y vacíos que son.

Orgullo o desdén. O tal vez: orgullo y desdén.
¿Bueno o malo? ¿Blanco o negro? Aún no lo sé del todo. Espero aclararme. Tal vez haya grises en medio de los dos extremos.




Comentarios

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  2. Hay veces que es muy fácil sacar el orgullo esquizoide,
    especialmente es aquellas situaciones donde la fuente de diversión de "los otros" son "cosas". situaciones, libros,
    programas, musica, etc.. que encontramos extremadamente mediocre, aburrido, estupido, etc... Y nos invaden pensamientos
    de desprecio hacia ellos...
    Pero a veces me encuentro con personas que tienen una conversación agradable, larga, inteligente, interesante, culta.. de esas personas
    que estarias escuchando durante horas y horas y nunca te cansarias....y a veces, solo a veces, te ecuentras una de esas personas...y si es chica y ademas te gusta darias un brazo por poder ser uno de ellos durante un tiempo y tener ese tipo de conversaciones
    un ratito cada dia.. Quizas solo pasa 1, 2, o 3 veces en la vida... Pero es ahi donde me pregunto si esto del orgullo esquizoide son solo hábiles palabras para emmascarar nuestras miserias, nuestra incapacidad emocional....y si en el fondo lo unico que somos es unos aburridos

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  3. A veces me canso de entender a los demás sin ser yo comprendido, y en ocasiones puedo llegar a un límite en el que manifiesto esa soledad del incomprendido en forma de tedio, como si fuese una causa perdida, lleno de impotencia al verme cognitivamente por encima de los demás y tan por debajo en la práctica. Un juego de difícil equilibrio.

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