El principio del fin
Más vale empezar la despedida.
No es por voluntad propia. Es el destino. Aunque dicen que cada quien labra su camino, muchas veces el camino se larga por sí solo dejándote atrás, confundido y sin aliento. Esto va más allá de mi voluntad: en parte es una crisis, en parte es mi condición de esquizoide.
Como saben quienes me leen desde hace un tiempo, estoy desempleado desde mayo de 2015. El dinero de mi liquidación era importante, pero hice un mal movimiento —cuyas explicaciones prefiero reservarme— y lo que yo veía como un problema que aparecería al menos en unos tres años más, apareció ya: mi cuenta está casi vacía y, para peor, llevo muchos meses lidiando con graves problemas de salud de mi padre (lo que implicó aún más gastos que lo calculado).
En corto: estoy quebrado.
Ya alguna gente me reclama que por qué no me he movido, que hace tiempo debí hacer algo, buscar trabajo, arreglármelas de algún modo. ¿Cómo explicarles que quisiera pero no pude (y no puedo)? ¿Cómo hacerles entender que solo veo puertas cerradas y tiendo brutalmente a la procrastinación? ¿Me comprenderían, acaso, si les digo que no he movido un dedo porque soy esquizoide? «No busques excusas», me responderían.
Yo les diría que no son excusas, sino que son obstáculos reales, pero qué van a entender. En las últimas semanas me he debatido entre las lamentaciones por el mal estado de mi padre y el techo que viene cayendo sobre nuestras cabezas. Comencé a elaborar un currículo que no sé a dónde diablos enviar; un par de mensajes con algún amigo a ver si hay algo por ahí; pensar en la venta del departamento en el que vivo pero que no puedo vender porque los propietarios son mis padres y ambos no están en condiciones de realizar trámites ni estampar firmas (mi madre lleva más tiempo incapacitada por efecto del Alzheimer). Estoy sacando la cabeza por la ventana y miro el panorama pero solo veo confusión.
Me queda este mes para cumplir con gastos obligatorios —incluyendo la enfermera de mi viejo, el mantenimiento de los departamentos (el de mis padres y el que yo habito, ambos en el mismo edificio), comida, servicios, impuestos, etc.— y c'est fini. Y si no ocurre milagro alguno (soy creyente y tengo fe; pero no tengo fe en mí), habrá deudas impagas, lluvia de acreedores, mis viejos se quedarán sin enfermera y, como no es difícil inferir: me quedaré sin luz, agua, teléfono, cable e Internet. Esto último me obligará a dejar de conectarme y, por ende, a seguir con el blog. Por eso prefiero advertir sobre este escenario muy probable (salvo intervención divina) e ir anticipando el final. Intuyo que sería mucho peor si un buen día dejo de publicar, sin mediar explicación alguna.
Calculo que me quedan unas semanas. Así que mientras pueda seguiré por aquí. ¿Qué será de mí? Lo ignoro. No tengo la menor idea. Y este es uno de los momentos (el peor de mi vida, sin duda) en los que odio mi condición de esquizoide. Es en tiempos como estos que vuelvo a aquel pensamiento que me dice, casi como un susurro al oído, qué suerte ser normal. Y qué lamentable ser esquizoide. Seguiremos mientras podamos, y gracias por haberme acompañado en esta aventura que empezó como una moneda lanzada al aire. Cinco años que valoro, pese a los momentos de duda de si debía seguir publicando o no. Pienso que valieron la pena.
Hasta pronto, antes del adiós definitivo.
Anteriormente he comentado en tu blog como Rodia Raskolnikov, pero perdí la cuenta.
ResponderEliminarTen en cuenta que estamos destinados a no tener una vida cualquiera, y eso puede ser para bien o para mal, y es en los momentos difíciles los más decisivos.
Lamento que te encuentres en tal situación, pero espero y prácticamente sé que la superarás (superaréis).
No tengo mucho que decir (¿Qué se puede decir aquí y ahora?), más que espero volver a leerte algun día.
Qué situación difícil, huelgan las palabras. He tomado por costumbre leer tu blog, estos breves intercambios me hicieron bien. Espero que puedas salir de este momento tan feo. Tu inteligencia debe ganarle a tu esquizoidía, de algún lado saldrá esa energía vital que necesitás imperiosamente. Lo mejor para vos. Un saludo desde Argentina.
ResponderEliminarGracias por sus palabras, valoro mucho que estén ahí, del otro lado, con sus buenos deseos y su buena vibra. Ojalá podamos revertir esta situación. Abrazos.
ResponderEliminarTe sigo desde hace ya un tiempo y me ha dado algo pena leer esto.
ResponderEliminarCreo que esa "energía vital"(mencionada por Anonymous) acaba saliendo al final de forma soprendente.
Así que creo que saldrás adelante.
No sé como, pero siempre se acaba saliendo de algún modo de todo.
Ánimo.
yo estoy con cuttooth : saldrás del bollo. A mí me ha pasado tres o cuatro veces. Dios no te manda nada con lo que realmente no puedas. Muchísima suerte. Verás como encuentras algo.
EliminarCuttooth y Héctor: Ojalá así sea. Gracias por la buena onda.
EliminarExacto, mucha suerte y a salir del bache...por muy profundo que sea.
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