Pensar en voz alta
No es novedad interiorizar. Nosotros, que vivimos como dentro de una célula, no miramos mucho lo que pasa afuera. Nos disgusta, cuando no nos resulta amenazante. Entonces miramos nuestro interior, pensamos mucho. Por eso nos observan como abstraídos o perdidos en nuestros pensamientos. Pero a veces creo que es un problema pensar mucho. Al hacerlo, prácticamente recorremos un largo túnel de oscuridades y tropezamos con nuestros miedos más recónditos, lo cual hace que caigamos con cierta facilidad en una hondonada depresiva. El problema de vivir mirando nuestro interior es que encontramos más cosas propias que nos molestan o nos desagradan, y al cruzarnos más seguido con nuestras miserias, sentimos que la autocompasión nos puede tomar por el cuello y meternos en un hoyo profundo. En cambio, aquellas personas que socializan más no se detienen mucho tiempo a hacer introspección, sino que se suman a la danza social como quien se lanza a un mar vasto y lleno de vida.
Cada vez que me pongo a pensar en cosas, que es la mayor parte de las veces, salto de un tema a otro; salto de una preocupación a otra; profundizo y siento que me meto entre escombros. No es imposible empezar reflexionando sobre alguien de quien me enteré ha enfermado gravemente y de ahí pasar, como un ejercicio de lógica, a una suerte de pensamiento comparativo con una situación similar y más cercana: algún pariente que sufre la misma enfermedad, por ejemplo. Y de ese punto, el pensamiento prosigue haciendo camino con rumbos distintos; puedo entonces pensar en mí mismo y en qué haría yo si tuviera esa enfermedad. Para luego estacionarme en el temor: ¿qué posibilidades reales tengo de contraer ese mal? Eso me puede llevar a pensar en la angustia de recibir la mala noticia de parte de un médico aséptico y vestido de blanco; y luego a imaginar lo terrible de un tratamiento agresivo que deje secuelas y destruya parte de mi carne y mi mente. Y en ese punto, la asociación con la muerte es solo un paso más; unos cuantos metros más por avanzar.
Al pensar en la muerte, entonces miro de reojo y me digo: voy a morir solo. Entonces, como un desfile de almas negras, puedo percibir todos los matices relacionados con el asunto de la soledad, de la tragedia esquizoide de no tener un perro que me ladre y menos alguien que se percate de que zarpé de este mundo; alguien que vele mis restos y me entierre, al día siguiente, como la gente normal que se muere y recibe el adiós de decenas de gentes más. O también la tragedia de enfermar en soledad, sin un hombro sobre el cual llorar, sin un brazo que otorgue una palmada amistosa sobre mi espalda, sin el verso amable que me mienta y me diga, todo estará bien. La tragedia está en no saber si somos capaces de hacer el aguante en tiempos aciagos. Es así que uno piensa y piensa y piensa. Y sigue pensando: mi cabeza parece, pues, un cuadrilátero en el que pelean las almas negras. Pelean por hacerse del mejor lugar en mi cerebro y así colmarme de más pensamientos.
Incluso dormido, uno piensa (o sueña; que es como pensar no despierto).
Es un gobierno totalitario el de la mente. Y traza sus fronteras bien delimitadas: el pensamiento/la acción. Como esquizoide, me quedo usualmente a vivir dentro de mi cabeza. No paso a la acción, más que por absoluta necesidad. Si me pongo a pensar en todo el tiempo que paso pensando, fácilmente entendería que es mucho más de lo que paso en conexión con el exterior. Y eso, a fin de cuentas, puede resultar demasiado agotador.
La mente es caprichosa. A menudo yo misma me imagino un situcion vivida o por vivir, y represento todas las posibles escenas que de podrian haber dado o que podrian darse. Las mejores y las peores, y le doy vueltas y vueltas, volviendome nerviosa asustadiza, barajando probabilidades, que pasaris si? Que hare si? Y el mundo de alla fuera se torna aun mas lejano, me enfrasco en estos pensamientos que solo me amargan. Pero he aprendido a ponerles remedio. Ahora no pienso solo en el y si? Si no que pienso tsmbien en el entonces.
ResponderEliminarSi este escenario ocurriera, esto es lo que haria. Tengo siempre un plan de contingencia. Una opcion b, y una opcion c, ya que la b siempre puede fallar. Por esta forms de pensar me llamam negativa, obsesiva, no vivo ni dejo de vivir. Pero es que el cambio me da miedo. Lo desconocido me da miedo. Asi pues, siempee tengo un plan.
Me sorprende aun que la gente no piense tanto. Su excus es que estan demasiado ocupados, trabajo, amigos, familia...y otra vez piensas tu en lo diferente que eres. Como seria ser como ellos? Yo ahora si me quitaran mi...mente, si me quitaran mi forma de ser, echaria de menos lo que fui? O tsl vez, al llenar mi vida de las cosas que deberian estar ni siquiera me echaria de menos? Jajajajaja, voy a pararme ya porque mi mente ya empieza a mostrarme diferentes escenarios, seguiria siendo tan cinica? Abierta de mente? Si me dijeran k puedo ser como ellos matando solo un parte de mi, aceptaria? O precisamente esa parte que moriria seria mi verdadero yo?
Pensamos demasiado. Es malo. Y bueno. A fin de cuentas, nuestra mente es tambien la que nos consuela, nos anima, la que nos fortalece tras cada caida. Es nuestro unico amigo real, aquel que nos conoce, y nos acepta. Por eso, porque es un amigo real, a veces nos dice la cruel verdad.
"Abierta de mente? Si me dijeran k puedo ser como ellos matando solo un parte de mi, aceptaria? O precisamente esa parte que moriria seria mi verdadero yo?"
Eliminar¡¡¡ qué buena pregunta !!! Me pondré inmediatamente a pensar en ello ;-)
Darle a la "maquinita" no es intrínsecamente malo. Muchas veces es perfectamente inútil : divagamos demasiado o nos recreamos en un pasado que nunca volverá , en recordar personas a las que estábamos muy unidos pero que fallecieron. Otras veces es absolutamente genial. No tengo muchas dotes artísticas, pero sé distinguir qué tiene valor y qué no. Muchos de nosotros pintan o componen música francamente bien.
ResponderEliminarPensando-pensando he llegado bastante lejos profesional y personalmente. La gente, ante un problema x , o le echa un simple vistazo y hace algo banal o busca ayuda externa, generalmente gratis, con lo que la ayuda se convierte en ilusoria, cuando no directamente perjudicial . Nosotros le damos vueltas y vueltas hasta que encontramos una solución, muchas veces nueva e imaginativa. Hay cientos de casos más que documentados. Esto produce una satisfacción inefable y como le damos tantas vueltas, nos dura meses. Luego, vuelta a empezar.
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Eliminarjajajaja si, siempre pensando. En cosas que no tienen porque ver contigo. En filosofia mi profesor y yo teniamos unas fantasticas discusiones, y durante dos o tres dias yo seguia dandole vueltas hasta la proxima clase. Pero no creo que sea bueno , como tu dices, eso de darle a la maquinita. Porque te concentras tanto en lo de dentro que descuidas lo de afuera. Y los demas lo notan. En cambio tu solo lo notas cuando ya es demasiado tarde. Y lo peor es que, al menos en mi caso, tengo mucha facilidad para simplemente encogerme de hombros y dar media vuelta, en vez de luchar por conseguir lo perdido.
ResponderEliminarobviamente, no todo es bueno. Probablemente el 90 % es perfectamente inútil, pero el otro diez ... Creo que el problema que tenemos es nuestra tendencia a divagar; si nos focalizamos, las cosas salen; muchas veces muy bien. Lo que noten o dejen de notar los demás, al menos a mí, me importa tres pitos. Encogernos de hombros y dar media vuelta... no sé porqué pero me suena a algo muy familiar...
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