Autocompasión
Intentar dejar de lado la autocompasión es casi como intentar dejar un vicio muy arraigado. La tienes a mano siempre. Permanece oculta solo para aparecer luego en su enorme magnitud. Trabajas en ello: procuras no recurrir a sus brazos de engañoso comfort ni a su cálida voz de sutil ponzoña; pero es casi un acto reflejo que se manda por cuenta propia incluso antes de que te des cuenta de que ya te rendiste a sus pies.
Llevo tiempo peleándola. Al menor atisbo de aparición, intento cortarla de raíz. Cuando empiezo a sentir sus odiosos pasos en puntas de pie, muevo mis pensamientos en cualquier otra dirección. Últimamente me funciona. Pero no siempre: digo, me toma desprevenido y cuando reparo en ella, ya la tengo hablándome al oído frases que son un bajón.
La autocompasión es una costumbre perniciosa. Y lo es más, tomando en cuenta que se presenta con una máscara de bondad que no es. Te palmea la espalda —condenada ella— mientras te dice todo lo inservible que eres y todo lo funesto que pinta tu futuro.
Normalmente, pierdo las batallas contra la autocompasión cada vez que comparo mi mundo gris con los días pletóricos de los demás. La autoconmiseración —también la llamamos así— puede activarse en cualquier momento y ante el estímulo más inesperado. Por ejemplo, estás en Facebook haciendo scroll y de pronto te topas con la foto de uno de tus contactos, con una sonrisa de oreja a oreja, cargando en brazos a su nene recién nacido. Es suficiente. El pensamiento corre rápido y te lleva a decirte: «Qué suerte ser normal». Y ese es solo el comienzo de una cadena de reflexiones negativas y pesimistas. Te lamentas de que tú no tengas hijos, sientes un vacío en el pecho al pensar en lo que te estás perdiendo por ser así. Te entristece saber que no has logrado algo que —se supone— debías lograr. Y lo que comienza como una voz comprensiva y compasiva luego se va tornando dura y cruel: empiezan las culpas y las recriminaciones. Eres así, no eres así, qué esperabas si eres un maldito esquizoide, me da pena tu situación, fracasaste, mejor no hubieras nacido, etc.
Luego del inicio compasivo y del momento de recriminación, viene el autocastigo. Ya no solo se trata de culparte a ti mismo, sino también de ponerle picante a tus heridas. Puedes llegar a ser muy duro contigo mismo y privarte de cualquier posible gratificación, pues te has convertido en tu peor enemigo. Si no estás emocionalmente fuerte, tomarás acciones autodestructivas, o simplemente procurarás el olvido ahogándote en alcohol o en el humo de una fila interminable de cigarrillos.
Una de las características esenciales de la autocompasión es el protagonismo de quien la sufre. Por lo general, es resultado de llevar toda situación a la realidad de uno mismo y de ceder a las odiosas comparaciones. Siempre es uno el que acaba siendo la figura estelar del drama o tragedia. Todas las cargas se amontonan en tus hombros. Eres el invariable depositario de todo epíteto negativo. Pobre de ti. Tu padecimiento es el único que merece atención: ¡paren el mundo, soy un fracaso!
Si no fuera esquizoide... soy un anormal... no tengo nada que hacer aquí... me lo merezco por imbécil... todos son felices, menos yo... hasta el idiota de Gonzales está casado... el éxito no se hizo para mí...
Frases como estas —algunas muy disparatadas— toman tu cabeza como a un rehén y te bombardean hasta someterte y dejarte en un estado lastimero. Lo peor de todo es que muchas de esas cosas que te dices no son ciertas, pero igual las crees. Las asumes. Incluso las realidades que imaginas gratificantes en los demás no siempre lo son: ¿Quién garantiza que estar casado es mejor que estar solo? ¿Qué te hace pensar que tener un hijo es forzosamente una bendición? ¿Por qué pensar que estar rodeado de personas, todas sonrientes, es señal infalible de que todo marcha bien?
El problema es que nos ceñimos a estereotipos. Pensamos que los moldes de éxito y felicidad son objetivos e inerrantes. Y que si uno no se pliega a ellos, fracasa inevitablemente, pasa a ser un derrotado. No tomamos en cuenta que hay matices; que lo que a unos les funciona a otros no.
Soy consciente de todo esto. Y son más las veces que logro abortar el proceso de autocompasión. Pero a veces lo dejo pasar (sin darme cuenta). Y es aplastante. Es uno de los peores sentimientos que los humanos podemos tener. Sigo trabajando en ello y espero erradicarlo por completo.
Sin ánimo de frivolizar con tu (nuestra) condición en general, ni con la situación en la que te encuentres ahora en particular, te dejo una frase de Bernard Shaw.
ResponderEliminarEspero que te pueda ayudar, aunque sea un poco:
"El hombre con dolor de muelas piensa que todos los que tienen dientes sanos son felices."
:)
EliminarCreo que en la mayor parte del tiempo, no soy autocompasiva. No creo que me castigue y me victimice con lo que me pasa. Es más, no soporto a las personas que andan quejándose y queriendo dar lástima (si entendí bien y es a eso a lo que te referís). A pesar de todo, tengo la autoestima bastante elevada y me siento bien con quién soy, en general. No pretendo hacerme la superada. Para el afuera, doy una imagen de autosuficiencia (es parte de la máscara, claro); de otra manera, te devoran. Para mis adentros, sólo mis afectos cercanos saben lo que realmente pasa cuando estoy débil emocionalmente. Me conocen, saben de mi condición, me apoyan y sostienen. Son mi círculo íntimo, muy poquitas personas. En mi soledad encuentro refugio, pero cuando hay días difíciles, cuando las presiones ganan la batalla, cuando se vienen recuerdos y anhelos que no podrán ser, me permito quebrarme. Sola, sin que nadie me vea en mis miserias. Entonces, en algunas ocasiones, me ahogo en hábitos que no son saludables (aclaro que no soy alcohólica! Sí fumadora, con intenciones de abandonar; dejé y volví al maldito cigarrillo varias veces a lo largo de los años). Sabemos que estas acciones autodestructivas exceden al trastorno esquizoide, no sé si es algo que todos los de nuestra condición compartimos, pero también le pasa a la gente ¿normal?. Respecto del mandato social, como expresé en comentarios de otros posteos, ni me va ni me viene. Como decís, quién asegura que hombres y mujeres casados y con hijos son felices? Habrá quienes sí; habrá quienes no. Estarán aquellos que se sienten fracasados por haberlo intentado varias veces sin poder conseguirlo. Matices de la fauna humana. Que estés bien, seguí escribiendo! :)
ResponderEliminarBueno, sí he llegado a autocompadecerme, pero no a victimizarme ante los demás. Mucho menos a quejarme para dar lástima. Hasta ahí no he llegado (felizmente). Todo queda conmigo mismo. Me trago mis recriminaciones y me impongo penitencias (inconscientemente, supongo). Como he puesto en algún post antiguo, mi autoestima está un poco mejor que antes. Diría que es neutra: ni alta ni baja. Pero sí puede bajar unos escalones cuando le cedo el paso a la famosa autocompasión. Pero termina siendo algo pasajero. Saludos!
EliminarAnónima...suscribo tus palabras 1 por 1
Eliminar:)
Eliminarmejor reemplazar la autocompasión por la autoaceptación. En mi caso particular tampoco nunca me he creído ese pack de felicidad que nos quiere vender o imponer la sociedad.. Las películas de Hollywood han hecho mucho daño :-)
ResponderEliminar"Los comparativamente felices lo son, por lo general, solo en apariencia... Nadie es feliz, sino que anhela durante toda su vida una supuesta felicidad, que raramente alcanza y, cuando lo hace, es solo para verse decepcionado. Por norma general, al final cada cual llega al puerto haciendo agua y desarbolado. Y entonces resulta completamente indiferente si fue feliz o infeliz, en una vida que no fue más que un presente fugaz y que en ese momento llega a su fin" El arte de sobrevivir - A. Schopenhauer.
ResponderEliminarUno de mis autores favoritos es Franz Kafka. Lo descubrí hace muchos años cuando "La metamorfosis" llegó a mis manos. Seleccioné algunas frases con las que me sentí identificada en diferentes momentos de la vida. Me parece que representan el pensar de varios de nosotros.
ResponderEliminar" Es sólo por su estupidez que algunos pueden estar tan seguros de sí mismos".
" Mi miedo es mi substancia y probablemente, lo mejor de mí mismo".
" Hay que soportar la imperfección solitaria en todo momento; en cambio, no es necesario soportar la imperfección compartida".
" Hay ocasiones en que estoy convencido de que no soy apto para ninguna relación humana".
Saludos!
Si, de los mios también... posiblemente lo pondría detrás de Sartre, Camus... "la Náusea", donde describe esa repulsión a la cotidaniedad, vanalidad e hipocresía de la sociedad..
Eliminary Kafka tiene otras citas interesantes que yo mismo podría suscribir: "Vivo en medio de la familia, entre las personas más buenas y cariñosas, más extraño que un extraño. Con mi madre no he hablado en los últimos años ni siquiera veinte palabras al día por término medio; con mi padre casi nunca he intercambiado más que los buenos días. Con mis hermanas casadas y mis cuñados no cruzo palabra y eso que no estamos enfadados”. "No puedo hacerte comprender, ni a ti ni a nedie, lo que pasa en mi interior. ¿Cómo explicarte por qué me ocurre todo esto?. Ni siquiera puedo explicármelo a mí mismo.
Pero tampoco esto es lo principal, lo principal es muy claro: me es imposible vivir una vida humana entre los hombres."” un Saludo :-)
No leí a Sartre, tal vez algún día... últimamente estoy vaga para la lectura. Es cuestión de proponérselo. Sólo que hoy por hoy mi cabeza no puede recibir más información. Saludos!
EliminarPues mal, muy mal. Libros como la Nausea, la Peste y el extranjero deberian de ser de lectura obligatoria para los esquizoides :-)
EliminarOk, pondré a Sartre y Camus en mi lista de pendientes.
EliminarMe gustaría que alguien más compartiera comentarios sobre autores, lecturas... Solitude, vos leíste a Sartre, Camus, Kafka... se nota mucho que tenés una formación, de otra manera no escribirías como lo hacés. Y me permito, en tu blog, preguntarles a otras personas que participan de éste, si tienen algo que comentar, compartir o sugerir respecto del tema. Gracias por este espacio, Solitude. Una vez más te digo que me hace bien ser parte. Saludos.
ResponderEliminarGracias! Este blog tiene sentido gracias a ustedes, no solo como lectores, sino por sus valiosos aportes. He leído un par de cosas. De Kafka: El Proceso, El Castillo y, claro, La Metamorfosis. De Camus leí El Extranjero y La Peste. De Sartre he hojeado cosas biográficas y de su obra en general, tengo pendiente La Nausea (siempre la postergo). Y bueno, he leído a decenas más de autores, más que nada de literatura, como Hesse, Saramago, Flaubert, Dostoievski, Bukowski, Eco, Rushdie, Kerouac, Burroughs, Auster, Roth, Javier Marías, Pérez Reverte, Vila-Matas, Orwell, Murakami, Kundera, McEwan, Nabokov, Cormac McCarthy. Y latinoamericanos como Cortázar, Sábato, Vargas Llosa, Gabo, Bolaño, Benedetti, Fresán, Onetti, Rulfo y un gran etcétera. Todos ellos, muy recomendables. Así que hago extensivo tu pedido para que otros sugieran más autores y obras. Tal vez tengan autores o libros de cabecera. Recomiendo "El libro de un Hombre Solo" del escritor chino Gao Xingjian.
EliminarUy, vaya, vaya. Me siento en inferioridad de condiciones. No sólo porque no he leído tanto sobre literatura y filosofía, sino porque algunos escritores son totalmente desconocidos por mí. (Te falta recorrer un largo camino, muchacha). Admiro a la gente que puede hablar sobre muchos temas; la gente leída, culta, que dedicó tiempo a cultivarse. Otro ítem a mi lista de pendientes. :)
EliminarFui un lector muy voraz en años pasados. En estos últimos tiempos he bajado un poco porque estoy leyendo mucho material cristiano, aparte de la Biblia, algo de teología sistemática, escatología y apologética. Además de ver videos sobre esos temas en Youtube. Pero dale, la literatura es un mundo digno de explorar. Incluso ahora es más fácil, pues hay no poco material que puedes bajarte on line, en formato de pdf, si es que no eliges comprar en físico. (Aunque yo siempre voy por el material en físico, igual que los discos; soy bien old school en ese aspecto).
EliminarSí! Prefiero tener mis libros y mi música en físico, en mis estantes. En algunos casos pasa tiempo hasta que los leo o escucho. Me gustan la historia económica de Argentina y América Latina, que inexorablemente hay que vincular a la historia mundial; y la geografía de todos los continentes. Me parece que mis preferencias son más pragmáticas. Pero sería interesante ampliar mis horizontes. Mientras mi pobre cabeza pueda aprehender la información. No tengo idea acerca de tus temas de lectura, es más, jamás había leído la palabra "apologética". Hay tanto por explorar...
EliminarEstá bien tener preferencias temáticas. También me gusta la geografía. Me gusta mirar mapas, comparar los tamaños de los países, mirar fotos de países o ciudades que se me hacen tan lejanos como inalcanzables, etc. En cambio, no me llevo nada bien con los temas de economía. La apologética, en simple, enseña a defender la fe cristiana con argumentos racionales (no religiosos), como pueden ser el argumento de causalidad, el argumento cosmológico o el argumento moral. Y la escatología es el estudio de los eventos finales, basado mayormente en libros bíblicos proféticos como el Apocalipsis o Daniel.
EliminarEnsoñaciones del paseante solitario de Jean-Jacques Rousseau :-)
EliminarSuena interesante y complicado a la vez, Solitude. Para mentes ávidas por la lectura y la comprensión del Ser. E inteligentes.
EliminarSon temas que tienen su complejidad, más si no hay algo de background en filosofía y lógica, y algunas nociones básicas de física y ciencias afines. Pero son temas apasionantes (al menos para mí). Hay muchas cosas que no comprendo, pero ni modo, sigo adelante.
EliminarPues si te gusta la física, otro muy bueno: EL TAO DE LA FISICA del autor FRITJOF CAPRA
EliminarNo es que precisamente me guste la física, pero para entender ciertas lecturas creo necesario saber al menos algunas ideas básicas. Gracias por el dato.
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=e9dZQelULDk
ResponderEliminarJa! Buenísimo!
Eliminar"autocompadecerse" es un oxímoron; si se piensa, "con - padecer" es sufrir con el de al lado, con el prójimo, revelando la empatía que existe hacia él. Autocompadecerse deviene así un poco ridículo. Sería como estar a menudo hablando consigo mismo. No me refiero a esos pensamientos en voz alta del tipo : "¿dónde habré metido las dichosas llaves?", sino a darse la brasa a uno mismo.
ResponderEliminarAdemás, es un sentimiento estéril, que no nos lleva a nada. Otra cosa es el coraje : " Esto no me vuelve a pasar más !, me cagüendiéz ", que nos podrá servir de revulsivo, pero recrearse demasiado en plan "hay que penita de mí, hay que ver lo que me ha pasado" ( y mira que nos suelen pasar cosas) es definitivamente inútil para cualquier propósito práctico.