Los gritos del silencio

Prefieres ser invisible. Eres de los que llegan a alguna parte sin ruido en sus zapatos. Sin el acompasado ritmo de la estridencia: la contracara de todo el que a su llegada hace una fiesta de sonidos y aspavientos. Tu lenguaje es no verbal. A lo más, tu cuerpo es el que habla y con sus movimientos que casi no son solo dice "no soy, no estoy".

Eres de los que al llegar harían lo posible por reflejar solo transparencia y silencio absoluto. Y te sientes protegido cuando lo consigues. Mientras lo consigues. Pero ese estado, lo sabes, no es inmutable, de ahí que miras siempre por el rabillo del ojo, en estado de alerta, temiendo que termine tu esforzado intento de anonimato.

Pero, para tu mala suerte, siempre pasa. Y he aquí lo extraño del caso: ¿no te ha ocurrido que tu silencio hace más ruido que el cacareo más estruendoso?

Imagina un espacio donde haya buena cantidad de gente, donde la mayoría habla, ríe, bromea. Tú en una esquina. Solo. No haces el menor ruido. Tarde o temprano, uno de ellos te descubrirá y te señalará para decir, muy probablemente, algo que aluda a tu mutismo, a tu ensimismamiento. Y, claro, en clave de broma, sarcasmo o ironía. Lo malo del asunto es que no sabes cómo reaccionar adecuadamente. No con violencia, así transmites un mensaje evidente: te molesta que jueguen con tu problema y les darás suficiente combustible para que vuelvan a hacerlo en adelante. No riéndote. Primero porque no sabes reírte de ti mismo y segundo porque no puedes reírte de ti mismo (nadie puede reírse de sus puntos débiles). No en silencio: el que calla otorga, dicen. Y, bajo ninguna circunstancia, intentarás dar explicaciones acerca del porqué de tu actitud (ni la atmósfera festiva es adecuada para desplegar una exposición acerca de las causas de tu invisibilidad ni tampoco tienes por qué ponerte un cartel en el pecho que diga "soy esquizoide"). Harás lo que te salga al momento. Improvisarás. Pero las probabilidades de éxito son pocas.

Y te preguntas por qué les inquieta que permanezcas en silencio, en estado de quietud. ¿Qué hay de malo en ello? ¿Cuál es el problema? Finalmente, ¿qué les importa? Al que habla hasta por las orejas nadie le dice nada; nadie le dice "oye, ¿por qué hablas tanto?". Pero tu silencio sí hace ruido. Tu silencio es un grito. Y te salen con eso de que "¿te comió la lengua el ratón?". O ese comentario aparentemente inofensivo que reza "eres calladito, ¿no?".

Dicen de ti que eres un tímido. Que eres un introvertido. Que eres un antisocial. No saben que lo tuyo no pasa por temerle a la gente. No saben que lo tuyo es simple y llana indiferencia al contacto social. Desconocen que tú estás mejor sumido en tus pensamientos, enfocado en tu prolífica riqueza interior. Ignoran que detestas perder el tiempo intercambiando palabras vacías y prolongando conversaciones intrascendentes y que solo esperas el momento en que vuelves a casa para hacer las cientos de cosas que tienes que hacer sin la incómoda interrupción de otro ser humano.

Ojo: no se piense que eres la personificación del odio o el resentimiento. Quieres, amas. Pero quieres y amas a tu estilo. Quieres y amas a distancia. No das grandes abrazos, pero ofreces una amistosa palmada en la espalda. Puedes querer y amar, aún sin necesidad de verlos. Y darás una mano si te necesitan. Tal vez les cueste comprenderte, pues puedes parecerles extraño. Excéntrico. Y puede que tú sí los comprendas a ellos, porque sabes que eres distinto, que formas parte de un pequeño universo de esquizoides: tan solo el 1% de la población.

Sin embargo, aún te preguntas por qué tu silencio es un grito.




Comentarios

  1. En elpenúltimo párrafo, yo digo que yo no amo ni en la distancia ni de cerca. Y sí estoy llena de resentimientos. Yo tengo mucho odio hacia mis hermanos en especial que me hicieron siempre la vida de cuadros. Y cuando ellos están presentes, yo no me presento por donde ellos estén. Los odio. Menos al mayor, por que el mayor ni siquiera sabe quien soy.

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  2. Yo aprendí cuando iba a la escuela, que alejarse del grupo es llamar la atención. Así que los últimos años o me iba al baño para hacer tiempo o me ponía al lado de algún grupo que no jugara y fingía escuchar. No necesitas decir nada si los miras a la cara cuando hablan y de vez en cuando sonríes.

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