Pasaba por aquí...
No he vuelto. Pasaba por aquí, nada más. Luego de casi-casi dos años y medio desde el 27 de junio 2020 en que decidí dar por terminado este blog.
No sé muy bien a qué he venido, no sé muy bien qué clase de resorte o fuerza magnética me ha traído a este lugar (espacio) virtual. Como si acaso tuviera ganas de expresar o contarles algo, pero no tengo nada.
No sé. De pronto sentí ganas de reportarme. De levantar una mano y decirles, por si acaso, estoy vivo. (Aunque, muy probablemente, poco importe en realidad). Mal que bien, estar vivo en las circunstancias por todos conocidas es casi una hazaña. Así que por lo menos juzgo bien intencionado pasar por aquí e informar que me encuentro bien, dentro de todo, pero lejos de la normalidad a la que estaba habituado (resulta irónico hablar de normalidad cuando nunca viví dentro de sus pliegues; pero bueno, es solo para entendernos, si cabe. Quiero decir: si antes salía poco y nada, desde la plandemia salgo nada y poco. No me apetece. Y eso que no ronda ya el peligro como en los primeros meses, pero se me pegó la práctica de no salir).
No es novedad: aquí en casa tengo todo lo que me basta y sobra para pasarla en grande, a saber: mi música, mis libros, internet, los partidos de fútbol, etcétera. Sobre todo, mi música. Estoy en una nueva luna de miel con mis discos de vinilo: rescaté muchos que andaban casi rotos, enmohecidos, y he comprado una buena cantidad más; y el tiempo me queda corto para pasarla de maravillas. Qué magia hay en la música, ¡por favor!
Lo de escribir pasó un poco a segundo plano. Mantuve otro blog que llevo desde fines de 2016, sobre temas espirituales, pero lo he dejado en hibernación desde hace unos tres meses. Y en todo este tiempo no he escrito nada. Pero en septiembre me cayó un trabajito, y ahora soy colaborador externo en una universidad: edito textos académicos (libros y revistas), me ocupo de corregir ortografía, gramática y estilo. Y trabajo en casa. Así que vamos bien.
Bueno, bien dentro de todo. Nunca faltan los problemas, las preocupaciones, los miedos. Pero como que uno va endureciendo y resistiendo los ataques. Acaso lo que nos limita termina, a su vez, volviéndose escudo y capacitación.
No quiero extenderme.
Me pueden dar ganas de volver y no quiero.
Palabras más, palabras menos, hay cosas que tal vez en el fondo no cambian, y resuenan en la memoria. Atrapadas, pero aleteando. Queriendo liberarse. Oh, estruendomudo, escribió alguna vez un poeta. Y va por ahí, más o menos. Una pugna de opuestos, un oxímoron. Un sí y un no al mismo tiempo. Y no podemos elegir. Más vale. A veces elegimos mal.
¿Qué hacer?
¿Seguir la ruta del pensamiento obsecuente o dejarse llevar por el vuelo arbitrario de un ser alado sin derrotero conocido?
No, no quiero verme en esa encrucijada. Solo estoy de paso. He asomado. Como una mirada cauta, silente, a través de una rendija y sin un minúsculo interés en sumarse a la puesta en escena. No, otra vez. No le veo sentido. Ya todo estuvo dicho (creo).
Pues, algún fantasma tentador. Nunca falta. No quiero, ¿pero quiero? ¿Puedo? Discernimiento. Sin embargo, capaz que son solo castillos en el aire y todo terminará por reventar, como globo pinchado.
Anyway, pasaba por aquí...
Odumodneurtse!
Bienvenido de nuevo. Da gusto ver que te mantienes a flote.
ResponderEliminarEs normal la apatía. Yo misma estoy en un momento apático. A veces asomo para que los demás vea que sigo en pie, pero poco más. Tuve una perdida familiar muy cercana. Mi madre. Y es increíble lo insignificantes y pequeños que somos en este mundo.
Tan importantes que algunos creen ser y al final al todo acaba en un momento. Estas y dejas de estar. En fin, yo llevaba algo más de un año sin pasar y nose porque hoy sentí el impulso, debil y ligero, de pasar por aquí también.
Curiosamente la pandemia me ha hecho aún más casera, solitaria.
Hay demasiado ruido ahí afuera, verdad?
Oh, no.
EliminarSiento mucho tu pérdida. Sobre todo de alguien tan cercano. Lamentablemente, en este tiempo ha ocurrido mucho. Familiares, compañeros de universidad, conocidos. Muchos se han ido inesperadamente. Y lo que dices es tremendamente cierto: es increíble lo insignificantes y pequeños que somo en este mundo. Tal cual.
Mucho ruido afuera. Así es. Nada hay en extramuros que pueda llamar mi atención positivamente. Creo que, al final, la idea sigue siendo la misma: tratar de estar lo mejor posible en nuestras madrigueras.
Gracias por escribir. Mis condolencias sinceras, nuevamente. Espero que te encuentres mejor.
Oh!
ResponderEliminarComenté hace tiempo que cada tanto me daba una vuelta por acá. Con la expectativa de encontrarme con un párrafo, un post... un renglón aunque fuera. Y oh! Sorpresa! Hoy lo encontré. Ese "trabajito", como decís, te viene como anillo al dedo. Desde casa y haciendo algo que sabés perfectamente. Como otras veces, necesité preguntarle a Dr. Google para poder seguirte el hilo. Leí algo sobre el poeta César Vallejo... y aprendí un poquito. Por eso es tan lindo leerte, Solitude! Que sigas bien! (Encontré el blog sobre temas espirituales. Pero éste me gusta más).
ResponderEliminarGracias, me da gusto saber que en algo podemos aportar. Veremos qué trae el futuro. Por ahí que de cuando en cuando publique algo. Que estés bien!
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