#QuedateEnCasa... y yo feliz

Aparte de la preocupación natural por el avance de la pandemia del coronavirus —sería terrible imbécil si no la tuviera—, aún queda espacio para las ocurrencias, los chistes y el ingenio popular. Leo cada cosa en las redes sobre el hecho de estar recluido en casa por cuarentena. Algunas dan risa. Otras generan inquietud.

Hay quienes lo toman con cierta tranquilidad. O al menos, con resignación. Piden recomendaciones de películas para ver, libros para leer, juegos para pasarla en familia, recetas de cocina para combatir el hambre y la falta de alimentos. O hacen memes en los que sale a relucir un reconfortante humor negro. Y así. 

Pero hay quienes han puesto el grito en el cielo. No saben qué hacer durante quince días en casa. Están perdidos. Como si los hubieran paseado por la ciudad con una benda en los ojos y los soltaran luego en un desierto.

Me llama la atención la sequía que encuentran en sus propios hogares. Si tienes familia, ponte a jugar con tus hijos. Conversa con los tuyos. Aprovecha la gran oportunidad que tienes de rescatar los lazos que perdiste por la deshumanización que trajo la nueva tecnología. De última, ponte a meditar. A mirar la televisión. Saca algún libro del estante, un disco del polvoriento anaquel, mira un video o riega las plantas. No entiendo cómo así alguien puede decir: «Estoy aburrido de estar en casa. Y recién vamos en el tercer día de aislamiento».

Las redes han explotado, para bien, recalcando el mandato de cumplir con las disposiciones del gobierno. El hashtag #QuedateEnCasa ha sido tendencia en Twitter y está el convencimiento de que la única forma de ayudar a que el coronavirus deje de extender sus ventosas es pasando estos días en nuestros hogares.

Pero parece que ese #QuedateEnCasa ha sido para algunos una pistola en la cabeza, un castigo inimaginable, un suplicio intolerable. 

Yo estoy feliz. Desde luego, para mí no ha significado un cambio dramático en mi vida cotidiana. Es absolutamente normal quedarme en casa. Y no me quejo. Tengo muchas cosas para hacer, y hasta me falta tiempo, el día me queda corto. Nunca llego al aburrimiento porque no tenga nada que hacer. Puedo aburrirme de mí mismo, pero no en función de estar encerrado en mis cuatro paredes. 

¿En serio esta gente no tiene nada que hacer en casa? No me refiero solo a actividades placenteras. Si no las tienen, al menos hay obligaciones que pueden ayudar a que pase el tiempo: limpiar un poco, ordenar tu habitación, organizar bien tus espacios, revisar pendientes, ¡descansar!, etc.

Pero bueno, hay gente que tiene horror al vacío. Gente que necesita llenar las horas y que, de pronto, en casa, se siente varada. Como atada de manos. Tal vez la situación los confronta consigo mismos, con la soledad que detestan. La situación es forzosa: no les quedará otra que cumplir estos quince días de cuarentena. Así que más vale que descubran algo bueno que hacer. Tal vez eso los ayude a comprender que no es tan malo quedarse un tiempo a solas consigo mismos. 

Así que #QuedateEnCasa.