Yendo de la cama al living


Despiertas. Intentas echar una mirada al reloj incorporado en tu equipo de música. Da igual qué hora es: hace algún tiempo que da lo mismo si son las siete menos cuarto o las diez y veinte. El mundo siguió su curso, y tú te has sumergido en un escondite donde tu vida transcurre en blanco y negro y en slow motion

Los días se parecen mucho entre sí. La rutina es una marca indeleble, y tú te ciñes a su guion de escenas planas y nada vertiginosas. Conservas el interés por ciertas cosas, pero ninguna de ellas te transporta al exterior. Son cosas para hacer en tu escondite, arrebujado entre sábanas crespas, o acaso ya en otro ambiente de casa, porque el movimiento es mínimo: vas de tu habitación a la sala, de la sala a tu habitación; yendo de la cama al living.

Si alguien mirara tu vida por una rendija o como si fuera una película vanguardista, creería que estás enfermo de algo indefinido o que eres un aburrido irremediable. Ignora que en ese ir y venir, dentro de tu hábitat más íntimo, todo adquiere un sentido definitivo: es tu mundo cerrado al mundo exterior. Y en ese mundo que te fabricaste, hay un poco de todo y otro poco de nada. Más importante aun: está tu esencia invulnerable. Ahí, tú eres el capitán y el único tripulante; no estás subordinado a nadie, haces y deshaces a placer, sin miradas indiscretas ni gestos de desaprobación. 

No ocurren muchas cosas —cierto—, pero así es mejor para ti, que has decidido que pase la menor cantidad de cosas posibles en tu mundo cerrado. Bien puedes pasarte las horas filosofando o pensando en la nada o dormitando sin el menor murmullo a tu alrededor. 

Cuando sales, respiras algo de aire renovador, pero en el fondo solo piensas en el momento de volver a tu base de operaciones. Mientras más tiempo permanezcas fuera, más extrañas tu cama, tus paredes, tus sábanas crespas, tu sala y tus cosas apiñadas en proverbial desorden. Eres raro —te hacen ver—. Pero hace años que te dejaron de importar las opiniones ajenas. Aunque a veces te incomodan, pienso que has conseguido hacerte de una armadura repelente e impenetrable. 

Pienso, incluso, que has llegado a disfrutar en parte de esa rutina apagada y opaca, donde la mayor aventura la vives yendo de la cama al living. Y donde tu inmovilidad pasa a ser ley. Nada hay de malo en ello... ¿o sí?

P.d.: Gracias, maestro Charly, por la canción que me movió a escribir estas cosas.



Comentarios

  1. Linda canción de Charly. La cuestión es que si no te queda otra más que salir de la "cueva" por las obligaciones diarias, esa rutina es imposible. Pero sí, siempre espero el momento de llegar a mi refugio solitario y olvidarme del afuera. Saludos.

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    1. Una de mis favoritas del genio, junto con "Yo no quiero volverme tan loco".
      Y nada como el refugio solitario. Tabla de salvación.
      Saludos!

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  2. Buenas. Has descrito exactamente como vivo durante los 3 meses y medio que no trabajo.
    Salgo solo una vez a la semana para comer en casa de mis padres y vuelvo aedia tarde corriendo a mi guarida.
    Entiendo que puede parecer aburrido, deprimente, para los demas.
    En invierno nunca quedo con nadie.
    Es mi tiempo. Y nunca hago nada. Mientras que los demas viajan o aprenden cosas nuevas. Conocen nuevos sitios y personas.
    Pero tengo ya 31 años y be aprendido que la vida ya es demasiado conplicada para conplicarnosla aun mas.
    A mi me da vida, seguridad y comfort el encerrarme en mi casa. Es mi territorio. Prohibido para los demas. Me la compre hace un año y solo mi padre por cuestiones de ciertas reformas la ha visto los primeros meses. Despues nadie mas ha rntrado. Podria parecer triste. Pero a mi me parece perfecto. Me saca una sonrisa. Porque por fin tengo un refugio real.
    Da igual lo que los demas piensen. Porque tener la casa propia me ha liberado...permitiendome encerrarme fiaicamente en un espacio mas abierto que un cuarto.
    Hasta hace un año nunca habia entendido el concepto de hogar. Adoro a mi familia, y me gusta estar con ellos, mas o menos, pero en casa de mis padres nunca tuve esa paz
    Esa sensacion cuando abres la puerta y suspiras pensando: paz.

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    1. Muchos dirían que uno, al preferir vivir como lo hacemos, nos estamos sujetando a una zona de comfort (término envuelto con carga negativa). Pero bien dices: da igual lo que los demás piensen. No estamos dentro de los parámetros del común de la gente. Finalmente, creo que eso es mejor a ser uno más que vive como fabricado en serie fingiendo disfrutarlo.

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    3. Suerte en tu búsqueda, si sientes esa necesidad, está bien., no hay por qué colgarse más cadenas de las que ya tenemos.

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    4. Gracias, aunque es casi imposible, porque mujeres esquizoide no he conocido nunca a ninguna, si evitativa, hombres si he conocido a dos, todos en el trabajo y en internet de hombres hay muchos casos, pero de mujeres se pueden contar con los dedos de una mano.

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    5. Respecto al artículo de arriba, hombre hay que salir a andar, a despejar la mente, por lo menos media hora, a mi también me cuesta algunas veces arrancar, pero luego el cuerpo y la mente lo agradecen.

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    6. Jaja, sí salgo a caminar aunque sea media hora, como dices, o para hacer alguna gestión o compra, pero en esta parte del mundo hemos pasado recientemente algunos meses de sol extremo, y la verdad he preferido salir lo menos posible porque es insoportable.

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    7. Jne : pruebe en e-darling o en meetic. Hay un montón de "raritas" de su quinta, más o menos.

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    8. Si, estoy en tres web de citas desde hace tres semanas, ahora estoy abierto a tener pareja.

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