Tecnología y vida esquizoide
¿Es el mejor momento para ser esquizoide? Me lo pregunto porque el mundo se está pareciendo un poco más a esa utopía deseada que —al menos yo— veía como eso mismo: una utopía. Que los seres humanos se convirtieran de a poco en islas —¿verdad que sonaría ideal?—. De esa manera, esquizoides y todos sus parientes cercanos no seríamos las únicas islas flotando en mares crespos y amenazantes, sino también cualquier hijo de vecino. Y, como efecto de ello, nos pegaríamos un poco más cerca a la raya de la normalidad. Panorama tentador.
Aún no es la situación ideal, pero vemos que cada vez se conversa menos. Los buses están llenos de gente con la mirada hundida en sus celulares. Las mesas de los restaurantes son ocupadas por familias o amigos que intercambian palabras cada cuanto, durante un break en el proceso de revisión voraz y continua de sus aparatos telefónicos. Me viene a la mente un meme que dice algo así: «En este restaurante no tenemos wi-fi. Intenten conversar entre ustedes».
Los benditos celulares, las tabletas, la delirante cantidad de aplicaciones, todo lo que es tecnología de comunicación, paradójicamente están contribuyendo al deterioro de esta, al menos de la comunicación cara a cara, como era usual hasta hace relativamente poco tiempo. Algunos hablan de deshumanización. Se han eliminado distancias, pero se están eliminando proximidades. Los están volviendo robots. Entes ensimismados. Seres indiferentes. Lejanos. Fríos. ¿No es grandioso?
Quién sabe y ya no nos vean tan bichos raros. Y es que se están pareciendo un poco a nosotros. Se está esquizoideando la comunicación.
Agrada saber que los ojos que antes te miraban mal (o creías que así lo hacían) hoy están magnetizados a las pequeñas pantallas de los celulares. Asimismo, ya no importa mucho que no mires a los ojos de tus interlocutores; pasarán esa costumbre esquizoide por alto: ya no importa más. Pienso más allá y hasta me figuro una reunión social a la que uno podría ir —si así lo quiere— sin la obligación de mostrar caretas. Solo es cuestión de fijar la mirada en el móvil y pasar por alguien perfectamente siglo XXI.
Quiero pensar que tampoco importará que no hablemos. ¿A quién puede importarle, mientras podamos al menos escribir? Para eso están las redes sociales. Lo que sea que tengamos para decir lo colgamos en Twitter o Facebook. Pongamos fotos. ¿Acaso no dicen que una imagen vale más que mil palabras? Cumplamos el dicho y llenemos de imágenes nuestra cuenta en Instagram.
Sí creo que podemos ser medianamente normales en el mundo virtual. La tecnología está permitiendo que podamos entrarle un poco al juego de sumarnos al resto; al mismo tiempo, está haciendo que el resto se desprenda otro poco de sus capas de sociabilidad convencional e ingrese decididamente en el plano virtual. Plano en el que todos podemos ser más o menos lo mismo.
Solo es cosa de dejarse llevar. De abrir un poco las puertas y despojarse de costumbres pudibundas para mostrar algo de nuestro mundo interno en las plataformas de comunicación virtual. Hoy más que nunca veo la oportunidad de ajustar las piezas y sintonizar con el resto (si es que nos apetece, claro) usando mecanismos que para ellos pueden ser deshumanizantes pero que para nosotros otorgan una diferencia importante entre permanecer congelados en la incomunicación y entrarle un poco al juego de la normalidad.
Volviendo a la pregunta inicial, ¿es el mejor momento para ser esquizoide? Creo que sí; sin duda. Mientras ellos se vuelvan más islas, nosotros nos sentiremos un poco más normales.
El caso es que a mí ni siquiera me gustan las redes sociales. No tengo Facebook, ni Twitter, ni Instagram. Sí uso Whatsapp con mi gente cercana. Pero sí, acortan distancias pero eliminan proximidades, como decís. Buenísimo eso que escribiste. Algunas personas se volvieron autómatas con sus teléfonos. Y tal vez eso nos ayude a pasar más desapercibidos aún. Saludos.
ResponderEliminarEntiendo. Yo en un primer momento me resistí a usar redes sociales. Luego rompí la barrera para experimentar. Y le encontré utilidad. No tanto para socializar, sino para informarme, postear algo de música que me gusta, opinar sobre asuntos de coyuntura social y política, sobre fútbol y sobre temas también poco importantes. Claro, el riesgo es que te invadan los contactos y te escriban mensajes directos. Me ha pasado. Pero hasta ahora lo vengo manejando. Saludos!
EliminarPosiblemente... aunque a veces me vienen a la cabeza esas casas de hace unos siglos...
ResponderEliminardonde no habia electricidad, ni radio, ni TV.. solo una biblioteca, una luz de lampara, un viejo reloj de pendulo y uno se sentaba en el sillon y la unica cosa que podria hacer era leer libros.. y me digo que no hubiera estado mal nacer en esa epoca.... :-)
No sé. Creo que no me gustaría retroceder a una época en la que no había ciertas comodidades que hoy son imprescindibles para poder vivir solo.
EliminarExacto. Hoy en dia encerrarte en ti mismo es mas facil que nunca. Aun me acuerdo de pequeña cuando leia y me aislaba de los demas como los demas me buscaban. Y intentaban una y otra vez que me uniera a ellos o al evento social en el que estabamos.
ResponderEliminarEs como una cancion que suelo escuchar, que dice que nunca habiamos sido tantos y nunca habiamos estado tan solos.
Habra sido la inevitable consecuencia de la constante presion social?
De todas maneras, si bien nos camuflamos mejor aislandonos en los moviles o tablets, es solo en apariencia. Al menos en mi caso. No tengo facebook, en mi cuenta real digo. Mejor dicho, tengo pero hace dos años que no publico ni lo leo.
No tengo twicher ni messenger ni ninguna aplicacion social. No tengo juegos de actuslidad. Ni instagram.
No se la terminologia que se usa, ni se lo que se supone que todo el mundo sabe. Uso el movil para indagar sobre ciencia, hiatoria, etc. O leer libros.
Asi que en realidad sigo estando totalmente desconectada de todos los demas. Sin embarho ellos estan mas conectados que nunca.
Claro, el hecho de intentar pasar inadvertidos y aislados en los aparatos es otro modo de 'actuación', como dices, "en apariencia". Podemos o no seguir el juego establecido por las redes sociales —al final, eso es lo de menos—, pero al notar que mucha gente se está aislando también, como que somos incorporados de alguna manera a una suerte de 'normalidad'.
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