Antiamor
Estoy solo desde hace varios años. Siete, ocho o diez. No importa. Y estoy bien así. No extraño la presencia de una mujer en mi vida. Si lo hubiera sabido antes, no me hubiese embarcado en patéticas desventuras amorosas de las que salí con no pocas magulladuras.
Pero entonces no lo sabía.
Lo que sabía era lo que me habían dicho: encontrar el amor era obligatorio. Tanto como estudiar una carrera y trabajar para ganarte el sustento. No era opcional: era forzoso. Sobrentendido. Natural. Normal.
Y así, con esa consigna embutida en la cabeza, abrí las puertas a la posibilidad. Era joven, no tenía la más remota idea de que era esquizoide. Me creí lo que otros me dijeron de mí mismo: que era tímido, introvertido, callado, muy tranquilo...
E ingenuo. Esa ingenuidad que hoy veo hasta con cierta ternura y mucha compasión me llevó a pensar que no importaba que fuera tímido, introvertido, callado, muy tranquilo... el verdadero amor pasaría todo eso por alto. Iluso de mí.
Esa tonta esperanza, sumada al mandato del que hablaba, encendieron una supuesta necesidad que debía cubrir para alcanzar la plenitud de vida.
Pero no me fue nada fácil. Veía muy lejanas a las chicas que me gustaban físicamente. Inalcanzables. Era torpe, muy torpe, para iniciar una conversación. Mi incapacidad de generar un acercamiento natural siempre me jugó en contra. Debido a esto, me vi obligado a resignar la búsqueda y cambiarla por la emboscada. Es decir, limitaría mi campo de operaciones: solo arriesgaría al detectar el interés de alguna chica en mí. Entonces, lejos de salir a 'cazar', esperaría a la incauta que se me acercara para ¡zas! tenderle la red.
Era la única opción posible. Y de esa manera fue que llegué a estar con unas cuantas chicas. Desde luego, me debían gustar aunque sea un poco. No era tampoco cosa de emboscar lo que cayera. Además, me resultaba fácil enamorarme.
Pero tan pronto como iniciaba las relaciones, me daba cuenta de que el amor —tan sobrevalorado siempre— era prácticamente una quimera. Obviamente había atracción física. Pero eso era solo el inicio de la madeja; de la tortuosa madeja. Lo que seguía me demandaba acciones que me resultaban muy complicadas de lograr. Imposible sentirme como pez en el agua cuando tenía que alternar con su grupo de amigos o cuando tenía que salir a bailar y fingir que estaba disfrutando la velada. Poco a poco, las demandas se hicieron extenuantes. No sentía que valiera la pena sacrificar tanto de mi vida callada a cambio de una felicidad que nunca llegaría.
Sin embargo, los fracasos no impidieron que continuara con el mandato de encontrar pareja. Todos te dicen que tienes que compartir tu vida con alguien. La soledad no se ve bien. Es una amenaza muy fuerte. Hay gente que sufre de horror al vacío y es capaz de entablar relaciones tóxicas y destructivas con tal de evitarla.
De modo que pasé por unos cuantos intentos. Me aferraba a los pocos momentos en los que me sentía bien y minimizaba los malos, siempre esperanzado ingenuamente en que el amor derribaría las barreras y haría que mi timidez, mi introversión, mi mutismo y mi tranquilidad desaparecieran opacados por un sentimiento más fuerte. Pero ese era solo un anhelo platónico. La vida real es diferente: estar en pareja es demasiado difícil para mí. No pude sostener las relaciones, pues ni siquiera llegaba a disfrutarlas (¿valían la pena?).
El amor no es algo mágico, no es una novela rosa; enfrenta a dos mundos que deben esforzarse al máximo para lograr una relación armónica, equilibrada y duradera.
Paso. No pude lograrlo. Recuerdo que hubo muchas noches en las que salía a buscar a mi pareja de turno y veía desde afuera, y a través de las ventanas de las casas por las que pasaba, a las personas disfrutando de una cena o mirando la televisión en paz. Y yo las envidiaba. Prefería mil veces esa tranquilidad hogareña antes que salir a fingir felicidad en el bullicio de la vida nocturna. No estaba hecho para eso.
Hasta que llegó mi diagnóstico y mi liberación. Saberme esquizoide no solo fue comprender —¡por fin!— por qué me costaba tanto encontrar siquiera tranquilidad en pareja, sino que me quitó el peso de sentirme obligado a perseguir la realización personal sustentada en una exitosa relación con otra persona. Para mí fue asfixiante. Hoy, de solo pensar en la posibilidad de volver al ruedo, experimento un preclaro cosquilleo molesto. Me quedó la impronta de la incomodidad y del sacrificio en vano.
Desde luego, hay un costo en la renuncia, pues las mujeres me siguen pareciendo muy atractivas. Y no niego que viví momentos dulces y emocionalmente intensos. Pero la demanda es excesiva. Demasiado. Y ya no estoy en una edad en la que puedo bancarme desencuentros, peleas, intranquilidad, ansiedad, tensión, etc. Suficiente con los problemas de la vida diaria como para buscarme conflictos amorosos. Me declaro antiamor. No compro más. Por mí, en este mismo instante, mato a Cupido y sin remordimiento alguno.
Pero entonces no lo sabía.
Lo que sabía era lo que me habían dicho: encontrar el amor era obligatorio. Tanto como estudiar una carrera y trabajar para ganarte el sustento. No era opcional: era forzoso. Sobrentendido. Natural. Normal.
Y así, con esa consigna embutida en la cabeza, abrí las puertas a la posibilidad. Era joven, no tenía la más remota idea de que era esquizoide. Me creí lo que otros me dijeron de mí mismo: que era tímido, introvertido, callado, muy tranquilo...
E ingenuo. Esa ingenuidad que hoy veo hasta con cierta ternura y mucha compasión me llevó a pensar que no importaba que fuera tímido, introvertido, callado, muy tranquilo... el verdadero amor pasaría todo eso por alto. Iluso de mí.
Esa tonta esperanza, sumada al mandato del que hablaba, encendieron una supuesta necesidad que debía cubrir para alcanzar la plenitud de vida.
Pero no me fue nada fácil. Veía muy lejanas a las chicas que me gustaban físicamente. Inalcanzables. Era torpe, muy torpe, para iniciar una conversación. Mi incapacidad de generar un acercamiento natural siempre me jugó en contra. Debido a esto, me vi obligado a resignar la búsqueda y cambiarla por la emboscada. Es decir, limitaría mi campo de operaciones: solo arriesgaría al detectar el interés de alguna chica en mí. Entonces, lejos de salir a 'cazar', esperaría a la incauta que se me acercara para ¡zas! tenderle la red.
Era la única opción posible. Y de esa manera fue que llegué a estar con unas cuantas chicas. Desde luego, me debían gustar aunque sea un poco. No era tampoco cosa de emboscar lo que cayera. Además, me resultaba fácil enamorarme.
Pero tan pronto como iniciaba las relaciones, me daba cuenta de que el amor —tan sobrevalorado siempre— era prácticamente una quimera. Obviamente había atracción física. Pero eso era solo el inicio de la madeja; de la tortuosa madeja. Lo que seguía me demandaba acciones que me resultaban muy complicadas de lograr. Imposible sentirme como pez en el agua cuando tenía que alternar con su grupo de amigos o cuando tenía que salir a bailar y fingir que estaba disfrutando la velada. Poco a poco, las demandas se hicieron extenuantes. No sentía que valiera la pena sacrificar tanto de mi vida callada a cambio de una felicidad que nunca llegaría.
Sin embargo, los fracasos no impidieron que continuara con el mandato de encontrar pareja. Todos te dicen que tienes que compartir tu vida con alguien. La soledad no se ve bien. Es una amenaza muy fuerte. Hay gente que sufre de horror al vacío y es capaz de entablar relaciones tóxicas y destructivas con tal de evitarla.
De modo que pasé por unos cuantos intentos. Me aferraba a los pocos momentos en los que me sentía bien y minimizaba los malos, siempre esperanzado ingenuamente en que el amor derribaría las barreras y haría que mi timidez, mi introversión, mi mutismo y mi tranquilidad desaparecieran opacados por un sentimiento más fuerte. Pero ese era solo un anhelo platónico. La vida real es diferente: estar en pareja es demasiado difícil para mí. No pude sostener las relaciones, pues ni siquiera llegaba a disfrutarlas (¿valían la pena?).
El amor no es algo mágico, no es una novela rosa; enfrenta a dos mundos que deben esforzarse al máximo para lograr una relación armónica, equilibrada y duradera.
Paso. No pude lograrlo. Recuerdo que hubo muchas noches en las que salía a buscar a mi pareja de turno y veía desde afuera, y a través de las ventanas de las casas por las que pasaba, a las personas disfrutando de una cena o mirando la televisión en paz. Y yo las envidiaba. Prefería mil veces esa tranquilidad hogareña antes que salir a fingir felicidad en el bullicio de la vida nocturna. No estaba hecho para eso.
Hasta que llegó mi diagnóstico y mi liberación. Saberme esquizoide no solo fue comprender —¡por fin!— por qué me costaba tanto encontrar siquiera tranquilidad en pareja, sino que me quitó el peso de sentirme obligado a perseguir la realización personal sustentada en una exitosa relación con otra persona. Para mí fue asfixiante. Hoy, de solo pensar en la posibilidad de volver al ruedo, experimento un preclaro cosquilleo molesto. Me quedó la impronta de la incomodidad y del sacrificio en vano.
Desde luego, hay un costo en la renuncia, pues las mujeres me siguen pareciendo muy atractivas. Y no niego que viví momentos dulces y emocionalmente intensos. Pero la demanda es excesiva. Demasiado. Y ya no estoy en una edad en la que puedo bancarme desencuentros, peleas, intranquilidad, ansiedad, tensión, etc. Suficiente con los problemas de la vida diaria como para buscarme conflictos amorosos. Me declaro antiamor. No compro más. Por mí, en este mismo instante, mato a Cupido y sin remordimiento alguno.
Qué buen relato! Mi espejo en versión masculina. "Prefería mil veces esa tranquilidad hogareña antes que salir a fingir felicidad en el bullicio de la vida nocturna.". También sentí alivio cuando el psiquiatra me lo dijo. Saludos.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, ¡saludos!
EliminarCreo que la vida en pareja es dificil para todo el mundo.
ResponderEliminarEl mundo de la pareja esta lleno de infidelidades, discusiones, fustraciones, indiferencias, malos tratos, violencia psicologica, gente que vive fingiendo...
Yo la verdad es que encuentro muy limitante las personas que son incapaces de hacer cualquier cosa solos.. ya sea viajar, ir al cine, a un concierto, hacer deporte, pasear...
Recuerdo en mas de 1 ocasion en mis contadas ocaciones que he tenido algo similar a una pareja... a los pocos dias, al tener que enfrentarme a la pregunta:
- Pero que te pasa ???
al no tener ni idea y al ser incapaz yo mismo de explicar mi comportamiento decia: - Es que hay otra persona. :-)
Creo que era la unica respuesta valida (aunque era mentida) que podia explicar mas o menos mi compartamiento...
Curiosamente y afortunadamente con los amigos es otra historia. Con los 2 o 3 que tengo he conseguido
tener una relacion donde apenas nos vemos 1 vez al año para comer o cenar (depende del año incluso 2 ), y evidentemente nada de llamadas durante el resto del año :-)
Un Saludo !
Razón tienes. Las relaciones son complicadas para todos. Cuánto más para nosotros. También coincido en encontrar limitadas a las personas que no son capaces de hacer cosas solas. He visto muchos casos de gente que pareciera decir: "Más vale mal acompañada que sola". Ahora, el único problema que persiste es: ¿Cómo conciliar la disonancia entre la necesidad de estar solos y la atracción física que seguimos teniendo por otras personas? Al menos para mí sigue siendo un conflicto. Saludos.
EliminarLa mera atracción física no implica conexión emocional. Podrías acercarte a ese alguien, pasar un rato con esa persona y hacerlo esporádicamente. Cuál sería el impedimento para continuar estando solo? Si lo que buscás no es una relación de pareja y no median sentimientos?
EliminarA ver. Partamos del comienzo: es muy difícil que me acerque a alguien, por más que me guste. Aparte, si la persona me atrae físicamente, en el supuesto (negado) que me acercara, sería contraproducente, pues podría engancharme de alguna manera (no tiene que ser precisamente enamoramiento, pero sí algún tipo conexión lo suficientemente fuerte como para entrar en un terreno pantanoso). Es decir, no me conformaría con "pasar un rato" y "hacerlo esporádicamente". Soy muy propenso a involucrarme desde el sentimiento, lo cual encendería el botón de alerta, pues sé de antemano que no llegaría a nada bueno en caso se me ocurriera la locura de relacionarme.
EliminarOkokok. Veo aquí una diferencia. Creí que a todos los esquizoides nos cuesta involucrarnos desde el sentimiento. Que tenemos un plano afectivo limitado. Pero, como personas que somos -únicas e irrepetibles- hay grados en que nos afecta el trastorno. Será por eso que a las cuestiones amorosas no les di importancia. Aún cuando veía a mis congéneres suspirar por su "príncipe azul".
EliminarSí, supongo que tenemos algunas diferencias. Me considero enamoradizo, sin que esto implique mayor facilidad o disposición para entablar relaciones. Al contrario, precisamente me genera más conflictos. Dices que no les diste importancia a las cuestiones amorosas. ¿Cómo resolvías la situación en caso de que alguien te gustara? ¿O no te dabas la menor oportunidad y bloqueabas toda posibilidad antes de llegar a una zona peligrosa?
EliminarAlgunas personas me gustaron a lo largo de la vida. Un par fue importante y creí estar enamorada en esos tiempos, cuando era joven. Hoy, a la distancia, creo que nunca me enamoré. Cuando la cosa insinuaba ponerse seria, se terminaba. Pensá en una mujer que desde el vamos plantea que no quiere tener hijos, ni convivencia, ni compromiso. Porque no puede, porque no es capaz, porque no le sale ser como las mujeres "normales". Entonces, dejé ir. Y esos hombres sí lograron formar sus familias. En el presente, a mis cuarenta y pico, no le doy importancia porque no quiero un hombre en mi vida, en el sentido de pareja amorosa. No soy enamoradiza, por eso no me significa un problema. Hay sentimientos y necesidades que los mortales tienen que no están en mí, no los reconozco. No me parece que los bloquee, simplemente no están. Saludos.
EliminarEntiendo, es muy interesante comprobar que las personas esquizoides tengamos por un lado grandes similitudes, cosas con las cuales nos identificamos porque nos vemos reflejados en ellas; y por otro, que tengamos diferencias o matices. Yo sí he tenido que programar mi mente en 'modo negación' para evitar el error de hacerle caso al 'corazón' (o lo que sea que entre en juego en esto de la atracción). Saludos.
EliminarSí. No sos exactamente "mi espejo en versión masculina", como escribí más arriba. Al menos no en las cuestiones de Cupido. Por mí, matalo. Cero remordimiento, jaja.
EliminarClaro que sí. Voy afilando las flechas! :)
EliminarTodo este asunto me recuerda a la letra de una "soleá" muy conocida :
ResponderEliminarNi contigo ni sin tí/tienen mis penas remedio:
Contigo, porque me matas/Sin tí, porque yo me muero
Y es que, como dijo el otro : Is beri dificult todo esto .
Pues, sí.
EliminarYo a mis 30 años aun no me ha interesado nadie a ese nivel. Fisicamente si, y hemos tonteado. Pero cuando he visto que nos gustabamos yo me echaba hacia atras porque automaticamente pensaba rn todo lo que tendria que sacrificar.
ResponderEliminarY sinceramente, nunca he visto los beneficios del amor. Entiendo lo que me dicen porque conozco esas palabras: calor, proteccion, apoyo, compañia. Pero no las entiendo porque para mi todo eso carece de importancia. Cuando cumpli 22 años medkte mucho ya que la gente me presionaba para tener pareja y dar hijos. Y despues de valorar mucho la situacion, los pros y contras, encontre mas cosas negativas que positovas. Y no vi incentivo para tener pareja. Y llegue a la conclusion de que probablemente acabaria sola. Sin pareja ni hijos. Y senti un alivio tremendo. Porque no pasa nada. Todo esta bien.
Interesante lo que nos cuentas. Yo creo que es muy necesario, como dices, valorar la situación, ver los pros y contras. De otro modo, pasa lo que me pasó a mí: experimentar la desazón y los malos ratos originados por las relaciones a las que uno accede porque "así dicta el manual de normalidad". Sabiendo que somos distintos, se hace pues necesario evaluar la situación. En mi caso, los sinsabores de las malas experiencias me condujeron a darme de cara con la realidad. Pude haberme ahorrado esos sinsabores si meditaba la situación. Pero no lo hice. Solo me dejé llevar, aun con mis limitaciones sociales.
EliminarEn mi caso es que ya estaba escarmentada. Sufri mucho de preadolescente y de adolescente por no encajar con el modelo standar de la sociedad. Mi familia se preocupo mucho por mi, y me presionaron demasiado. Pase de ser una niña feliz y despreocupada a llenarme de inseguridad y miedo.
EliminarEs muy duro que en solo unos meses los demas te hagan ver lo raro que eres, y que se preocupen tanto por tus rarezas. El hecho de no entender porque mi forma de ser frustraba, nfadaba y sobretodo asustaba y preocupaba a mi entorno solo empeoraba la situacion.
Asi que fui buena chica e intente aliviar la carga que era para los demas siendo alguien que no soy.
Y acabe tan mal...ansiedad, miedo a salir a la calle, me acomplejaba de mi inteligencia, de mi gusto por leer...todo lo que consideraba bueno era malo y rodo lo que me dañaba era bueno.
Asi que al madurar llegue a un punto de inflexion: lo que es bueno para la gente normal me daña, y a nadie le preocupa que sea dañada, solo que sea nornal, asi que me cuido yo misma. Y sigo solo mis consejos. Desde hace años soy feliz, con una vida tranquila y aunque aun se preocupan por mi estilo de vida simplemente lo aceptan. Porque no doy mas opciones.
Asi que ya ves...tu aprendiste a base de palos que el amor tal y como esta establecido no es bueno para ti y a mi me paso lo mismo con la vida.
Me parece genial que puedas decir con tal convicción que hace años que eres feliz. Me encantaría poder decir lo mismo, pero creo no me es posible. Acaso he 'logrado' aprender un poco a vivir con mi condición. Pero no podría considerarme una persona feliz, a pesar de tener ahora sí libertad de hacer y dejar de hacer, de acuerdo a mis intereses y limitaciones. Lamentablemente, creo que el volumen de mis limitaciones impide que pueda vivir a plenitud, pues hay cosas que sí quisiera hacer pero que siento que no puedo. Al menos por ahora. No sé si en unos años estaré mejor, igual o peor.
EliminarSolitude : Carpe diem. En unos años, y en general, todos estaremos peor. El tiempo no cura más que el jamón y las chacinas. Esto no es un consultorio sentimental - aunque es obvio que el tema nos toca a todos-, pero recuerda que ganamos mucho en las distancias cortas, si nos controlamos y no desbarramos y que si bien es cierto que no nos van nada las "noches locas", sí que somos capaces de dar ternura a espuertas si se nos sabe manejar. Se trata sólo de dar con la persona adecuada, que las hay. Y al final es lo que queda, la ternura. Porque el amor - y hay consenso - a nadie le dura más de dos años, tres a lo sumo. Cuídate mucho.
EliminarTal vez exista una persona adecuada, pero tal vez se encuentre en Nueva Zelanda, Maldivas o Bielorrusia... Ya a estas alturas creo que da igual: mejor solo y seguir apreciando la belleza femenina de lejos, a través de un vidrio... saludos.
EliminarCreo que, como cualquiera de nosotros, no me arrepiento de las cosas que he hecho; si acaso, un par de palabritas que sobraron y un portazo de más, pero poco más. Nada importante. En cambio, me arrepiento muchísimo de las cosas que NO he hecho. En lo que nos ocupa, nunca cuidé de las mujeres (5 ó 6, no te vayas a creer) que me quisieron o quisieron acostarse conmigo, que para el caso es lo mismo. Y lo lamento. Mucho. Es una pena.
EliminarPD.- lo de las Maldivas, no lo veo y NZ está a hacer puñetas, pero las bielorrusas están para mojar pan ;-)
el peor riesgo es no arriesgarse ;-)
EliminarAhí le has dao, Qwerty
EliminarCómo fue que te dejé de leer por tanto tiempo... Saludos.
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