No puedo explicar por qué (Recuerdos de despersonalización)

Cuando formaba parte de una banda de rock, en la que tocaba la guitarra y creaba muchas de las canciones que teníamos, pasé por un momento difícil. Mentalmente hablando. Quiero decir que durante una semana o algo así, mi mente se me fue de control. Viví una serie de situaciones que, vistas en retrospectiva, asoman como una suma de sinsentidos. En una ocasión pasé por un breve lapso de despersonalización: no era yo, era otro. Asumí un personaje apartado de mí mismo e incluso me hice de una imagen externa de acuerdo con ese personaje: usé lentes oscuros, me até un jirón de tela turquesa a la cabeza y hablaba incoherencias. En otra ocasión, dentro de esa misma semana, mientras hablaba con un amigo de la infancia en mi cuarto, creí ver en los rincones de la habitación una proyección a otros mundos, habitados por seres que piloteaban platillos voladores. Y se lo dije a mi amigo: Ves esos rincones. Son rincones infinitos, y son míos porque los he creado yo. Y conducen a otro sistema donde hay seres alienígenas y platillos voladores. Mi amigo pensó, al principio, que bromeaba. Pero al transcurrir el tiempo y dándose cuenta de que hablaba en serio, solo atinó a decir dos palabras que hoy veo obvias: Estás loco.

Siempre en esos mismos días, recuerdo que estaba en la oficina de la empresa donde trabajaba, frente al computador. Estaba escribiendo una nota y, de pronto, al volver al texto que escribía, vi que las palabras que aparecían eran distintas a las que había escrito. Me froté los ojos, volví a mirar la pantalla y las palabras volvieron a cambiar. Debo haber repetido la acción unas cuatro o cinco veces y, en cada oportunidad, pasó lo mismo. Cerré el documento y decidí irme a casa. Pero el trayecto fue aún peor. Recuerdo que salí a la calle para tomar un taxi colectivo, pero la mente se me puso como en blanco. Cuando recobré la conciencia estaba sentado en el taxi, compartido con otros pasajeros desconocidos. No sé cómo me apeé para tomar el bus de conexión que me conduciría a casa. No recuerdo haber pagado al conductor; debo haberlo hecho, de otro modo me habría armado jaleo. Tomé el bus y lo siguiente que recuerdo es llegar al paradero: salí del vehículo y caminé tambaleante hasta casa. Y, mientras andaba por las veredas, veía a la gente pasar a mi costado como sombras difusas. La sensación general era como la de estar ebrio, con la diferencia que no había bebido una sola gota de alcohol. Y así tuve un par de episodios más en los que actué de manera inesperada, tanto para mí como para mi entorno inmediato. Luego alguien, tiempo después, me dijo que había tenido un brote psicótico.

Compuse un par de canciones en ese momento. Una titulé Voces. Cuando leí la letra, luego de recuperar mi lucidez, encontré que era una fila de palabras inconexas y penosas (aunque conservaban cierto ritmo y alguna intención estética valorable). Esa canción me la guardé. Incluso olvidé la música con el tiempo. La segunda sí calificaba, musicalmente, para tocarla con la banda. Y así fue. Creo que fue una de las que más gustaron entre quienes la escucharon en ensayos o en recitales en pubs. La canción era No podrás explicar por qué. Y tampoco tiene mucho sentido, desde el punto de vista lírico. Es un completo galimatías, pero sorprendentemente conecta con la naturaleza del título de la canción, pues no podría explicar por qué la letra dice lo que dice, excepto que fue escrita en esa semana en que yo no era yo. O algo así. 

Parte de la letra dice: "Si sientes las sombras sobre ti/ y no ves más que la transparencia/ descubrirás que la nada no existe/ pues siempre hay algo detrás del vacío/ suplicarás que te lleve la incoherencia/ Y no podrás explicar por qué/ la nada no existe/ y mirarás dentro de ti/ buscando el vacío".

En este momento no puedo explicar por qué he escrito este post.