Puertas cerradas

Perdonen la recurrencia. Llevo ya varios meses de inactividad. No es ociosidad. De hecho siento la urgencia de ponerme manos a la obra. Quisiera llevar a cabo planes e ideas que rondan mi cabeza pero no encuentro manera de anclarlos en una acción determinada. Ahora bien, el título de este post pareciera sugerir que he estado buscando trabajo y que me han cerrado las puertas en la cara. No. No es así. Debo decir que ni siquiera lo he intentado. ¿Por qué? Pues, porque siento hoy, más que nunca, el peso específico de ser esquizoide. Que no haya intentado buscar trabajo hasta ahora no quiere decir que no haya imaginado posibilidades. He lanzado mi mente a pensar: lo cual manifiesta el claro deseo de encontrar una actividad. Pero cuando me he detenido a pensar en mis posibilidades reales respecto a cada situación imaginada, toda esa fantasía queda convertida en una puerta cerrada. Llegué en un momento a fijar en mi mente una especie de lugar circundado de puertas cerradas, una al lado de la otra. Como un laberinto que termina siendo un espacio opresor que se va ciñendo a mi alrededor, cada vez más estrecho, hasta casi volverme loco. En esta danza de puertas cerradas yo voy empequeñeciendo cada vez más, hasta saberme insignificante: un punto minúsculo en el vórtice de un tornado de desesperación y de (casi) nula esperanza.

¿Qué me detiene a moverme?
Los esquizoides que lean esto podrán comprenderlo (espero). Son una suma de razones que tienen que ver con salir de tu área de confort, de exponerte al escrutinio, a la evaluación. Se me complica, pues imagino que deberé interactuar con gente que no conozco, que tendría que realizar la difícil tarea de ser nuevo en alguna empresa ya conformada por muchas otras personas. Sumada a esas exigencias, surge la realidad objetiva de que no existen muchos rubros de interés para poder desarrollar un proyecto. Las escasas áreas de interés que tengo (como la radio) las veo casi inaccesibles. Puertas cerradas. Y, como consecuencia de todo esto, me voy solidificando en un estado de congelamiento que corre el riego de ser crónico. 

Perdonen, pues, la recurrencia.


Comentarios

  1. Precisamente yo iba a escribir en mi blog sobre la procrastinación y la falta de determinación para emprender proyectos. Tengo un montón de planes e ideas en la cabeza, pero me cuesta un mundo arrancarlos, y a veces aún más continuarlo. Siento que no aprovecho ni la cuarta o quinta parte de mi verdadero potencial. A veces pienso que se debe a que en el fondo no quiero llevarlos a cabo. Soy capaz de pasarme horas con toda clase de fantasías recorriendo mi mente sin ponerme manos a la obra. Pese a saber que, si me pongo a ello, probablemente seré capaz de llevarlos a cabo. De modo que te entiendo perfectamente.
    ¿Algún consejo? Yo intento forzarme a base de interiorizar la necesidad, de convencerme de que no actuar será aún peor, o de que se lo debo a mi familia, etc. Pero no es fácil. Ánimo.

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  2. Gracias! Aprecio tu consejo. Me gustó aquello de interiorizar la necesidad y convencerse de que peor sería no actuar. Ahora queda tratar de aplicarlo, he ahí el desafío. Saludos!

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