Adiós, 2015


Adiós. No te echaré de menos. Has sido un año nada memorable, con noticias infelices, con una etapa personal que se ha complicado mucho tras perder el trabajo: aquello me ha confrontado con mi proverbial inmovilidad, me ha desnudado frente al espejo para borrar toda sombra de duda sobre mi lado esquizoide, el cual ha estado maquillado, atenuado, durante veinte años, por una cotidianidad que incluía la rutina laboral, rutina que al menos me forzaba a salir de casa e interactuar. Ahora mi rutina es el encierro, con mínimas salidas que son absolutamente necesarias, la solidificación de mis movimientos, la invisibilidad hacia el exterior. No es por una cuestión de ociosidad o flojera; es la inacción por mandato natural, no sé qué rumbo seguir, me abruma la sola posibilidad de buscar trabajo, pues no quiero ser evaluado ni entrevistado y, además, no me interesa trabajar en lo que he venido haciendo las dos últimas décadas. Ya no. Y no sé qué hacer. NO SÉ.
Además, otros aspectos no han caminado bien este 2015, pero no viene al caso escrutarlos acá. Solo menciono que los ha habido para sustentar mi diagnóstico de 2015: un año nada memorable. Y, como no creo que el cambio de calendario sea significativo, mis expectativas para 2016 son igual de grises y desoladas, áridas y absolutamente rutinarias: pero rutinarias para mal, pues preveo que hibernaré otro largo tiempo más. Probablemente hasta que ocurra algún estímulo extremo que me lleve a una situación también extrema, la que me obligará a salir (no de mi zona de confort, pues no me complace saberme inmóvil o casi inútil; sino de mi zona de hibernación que es mandato dictatorial impuesto por mi condición de esquizoide: y esto no es excusa, es solo una explicación).
No espero nada, pues. ¿Por qué debería aguardar un cambio mientras vivo en intramuros? Mi vida, hoy, es una línea recta encerrada entre paréntesis donde no ocurre nada. Y qué mal se siente, la verdad...
A veces solo quisiera que el mundo acabe. O, al menos, que alguien apague la luz.

Comentarios

  1. Entiendo tu situacion. Y esos pensamientos tambien. Desear poder desaparecer, irte y que la nada te trague, pero piensas, donde voy? Que hago? No puedes desaparecer sin mas. Y deseas que el mundo se termine, que algo lo acabe todo. Pero tampoco ocurre.
    Te estas ahogando y necesitas un salvavidas. Pero te da pereza y desasosiego buscarlo. Pero tienes que hacerlo. De verdad, no dejes que la vida te tumbe, porque no es justo, y tu discapacidad, bueno, la has tenido mientras trabajabas verdad? Entonces ella no deberia impedirte salir a flote. No la dejes, porque la indiferencia hacia la vida es un toxico, es una planta que va echando raiz hasta llegar al alma.
    No te das cuenta de que eres tu el que tiene que luchar por tu vida? No vales menos que los demas, te mereces estar de nuevo en pie.
    Buscar trabajo es un punto conflictivo, cierto, y mas en estos tiempos, pero si tu te ves incapaz, busca ayuda psicologica, que te ayuden a salir de ese agujero porque ya llevas demasiado tiempi asi, lucha, vive, por ti. No dejes que la soledad, el comfort y la seguridad te sigan arrastrando porque sabes que no son buenas, asi que saca garra, si has mantenido un trabajo durante tanto tiempo es porque has aprendido a mantener la cabeza por encima del agua, asi que vuelve a hacerlo, y hazlo ya porque no eres una victima, eres un superviviente. Vuelve a demostrartelo una vez mas.

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    1. Gracias por tu comentario, me ha gustado mucho. Saludos!

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    2. Lo dije en serio, puede que sea incapaz de sentir pena por tu situacion, pero la entiendo y por eso se que no es justo. Eres inteligente, paciente, sosegado, sensato y con un estilo de vida pacifico. Vamos si alguien como tu no merece levantar cabeza ya me diras quien lo merece.

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