Lejos

Voluntaria o involuntariamente me he alejado del teclado. Han pasado más de dos meses desde que anduve por esta zona del ciberespacio. No he querido enfrentarme al monitor porque no he querido mirarme al espejo: escribir aquí es mirarse al espejo y describir todo rasgo incongruente, toda huella del tiempo y toda maldita imperfección. Un espejo invisible, en realidad, pues las imperfecciones que saltan a la palestra son las imperfecciones de la psique. Este alejamiento, que no es abandono, representa una muestra, a escala menor, del alejamiento esquizoide: el esquizoide vive lejos de todo y de todos; el esquizoide siempre se va (si es que llegó); se aparta y no regresa; desata la molestia entre quienes desean su presencia; se excusa para mantener una saludable distancia, pues esa es la única manera que tiene de preservar su equilibrio mental. Cuando no puede evitar el alejamiento, el esquizoide padece un infierno opresor. 

Pero es complicado vivir siempre saliendo de escena. Más aun, en un mundo que exige más bien todo lo contrario: el ser humano está llamado a ser un ente gregario para lograr sus pequeñas, medianas o grandes metas. En estos tiempos en los que he estado lejos me he protegido de presencias invasivas y no deseadas, pero también he sentido el rigor de vivir apartado en este mundo diseñado para el 99% de personas, aquellas que no son esquizoides. 

Vivir lejos de todo es salvarte y a la vez condenarte. 

Hoy he vuelto a este teclado, pero no he vuelto a la vida tal cual ha sido diseñada... vivo en una cápsula, solo salgo para comprar cosas que necesito o para acompañar a mi viejo al médico. De hecho, no es una queja: es mi elección. Me rodeo de lectura y sonidos, la paso bien dentro de mis posibilidades, pero ciertamente sé que allá afuera transcurre una vida a la que no tengo acceso. Y pienso, a veces, en que me puedo estar perdiendo de cosas. Pero luego recuerdo el infierno opresor y se me pasa. 

Comentarios

  1. Como de costumbre, comparto lo que cuentas. Esa contradicción entre el huir de los demás y querer estar solo, y al mismo tiempo extrañamente envidiar en el fondo lo que ellos viven. Yo lo vivo más que nada como una incapacidad: cuando me veo en la tesitura de interaccionar, su diversión me resulta insulsa y ridícula. No siento una especial ansiedad ni temor, sino más bien indiferencia, no disfruto como ellos. Y en el fondo me gustaría ser capaz de eso, saber qué se siente. Siento que mis emociones están limitadas, que nunca siento como los demás, ni para bien ni para mal, que casi todo me es bastante indiferente.
    Por cierto, he estado actualizado mi blog. Siempre me encanta leer el tuyo.

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    1. Excelente aporte; creo que es cierto eso de tener las emociones limitadas, más allá de que podemos disfrutar de estar solos, no tenemos pues la opción de pasarla bien socialmente y eso es limitante. De ahí que hablemos de un trastorno esquizoide (no de un carácter esquizoide). Enhorabuena por el blog!

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  2. Llevaba varios meses sin leer tu blog hasta que, de manera imperceptible, las mismas razones esquizoides de siempre me hicieron retornar. Este lugar ha significado mucho para mi, desde un refugio virtual ante la molesta presencia humana hasta un espacio de reflexión y autoconocimiento. Muchos esquizoides, dentro de los cuales me incluyo, te estarán eternamente agradecidos. Nos terminaste ayudando casi sin querer queriendo. Y quizá, con un poco de suerte, algunos hayan podido salir de los laberintos que se ciernen sobre sus mentes. En mi caso, lamentablemente, no he podido encontrar esa salida, es más, ni siquiera me ha importado buscarla, y me he encerrado, casi sin darme cuenta, en los terrenos más oscuros del trastorno, donde la desesperación se cubre de una falsa calma, la cual poco a poco se desvanece mostrándome, nuevamente, lo ínfimo de mi existencia. Y es, finalmente, allí donde me hallo, aislado de todo, en el eterno letargo, anhedónico, sumido en la procrastinación y, sobre todo, con mi vida universitaria maltrecha y completamente arruinada lo que produce una gran pesadumbre porque, al fin y al cabo, es lo único que todavía no me dejó de importar. Básicamente es por todo esto que, después de casi 3 años y medio de haberme dado cuenta quien soy, he decidido hacer mi primera consulta a un psicólogo especializado. Pienso que puede resultar positivo para confirmar mi autodiagnóstico y conseguir algunas micro motivaciones para retomar mis estudios.Sin embargo, la idea que sea una completa e inútil perdida de tiempo no deja de merodear mi cabeza. Poseo un mar de dudas.¿Cómo haré para abrirme personalmente con un alguien prácticamente desconocido si apenas puedo expresarme desde el anonimato?. ¿No querrá cambiar mi forma de ser?. ¿No se le ocurrirá la absurda idea de presionarme para hacer terapia de grupo?.¿Cómo hago para desaparecer en el preciso instante que me intente hacer comprender la importancia de una "insustancial" vida social?.

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    1. Te recomendaría que le echaras un vistazo a www.esquizoide.net . El autor es uno de nosotros y además psicólogo. Explica perfectamente una serie de técnicas adaptativas, porque en realidad no hay más. Como Alaska, la de la canción : así seguiré, nunca cambiaré. Las micromotivaciones para retomar la carrera son sencillas de conseguir sólo buceando en nuestra cabecita: como hay que comer tres veces al día durante varias décadas, no hay más que ponerse a ello. Es un medio (el trabajo, porque te pagan) para conseguir un fin (no trabajar, que es lo que de verdad nos gusta) Además de que la psicología es pura palabrería en un 90 %, lo único que vas a conseguir inmediatamente yendo a un psicólogo es perder tu dinero. Yo no iba ni amarrado. Cuidarse.

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    2. Si este blog ha sido, de alguna manera, de ayuda, pues me complace mucho. Gracias por tu comentario, Mauro.

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  3. por favor jamas dejes de escribir. yo que padezco lo mismo al leer tus palabras puedo sentir de alguna manera que alguien mas puede entenderme y entre toda esta oscuridad un poco de tranquilidad.

    saludos.

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