30 días
Hoy se cumple un mes de haber sido cordialmente invitado a salir de la empresa en la que trabajé por más de dos décadas. La primera semana transcurrió de manera lenta y brumosa; me sentí invadido por una extraña sensación de irrealidad: aquello de despertar, mirar al techo y entender que no tenía que saltar de la cama para prepararme a salir se me hizo algo extraño. Acudí al banco y también a un centro de salud laboral para cumplir con trámites impostergables y regresé a casa, a plena luz del día, lo cual sumó otra sensación inusual (mis horarios de trabajo terminaban cuando la luna ya colgaba del cielo). Eso de deambular por avenidas y parques a horas en que normalmente me ganaba la vida fue, repito, extraño.
Los días que siguieron me habituaron un poco a mi nueva realidad. Después de todo, dicen, somos animales de costumbre. Decidí, también, que no debía preocuparme inmediatamente por mi futuro. Me dije a mí mismo que me tomaría cierto tiempo de descanso. Me lo merecía. Incluso, voces cercanas me alentaron en ese sentido: tómalo con calma, tienes tiempo para pensar qué hacer, descansa. Cosas así. A los quince días, entonces, liberé mi cabeza de pensamientos apremiantes, me dediqué a la lectura, a mirar la Copa América por TV, acompañar a mi viejo a sus citas médicas, comprar las cosas necesarias para cada semana, escuchar música, repantigarme, etc.
Sin embargo, hace unos pocos días, volvieron a acecharme los pensamientos apremiantes, la incertidumbre. Si bien mi cuenta bancaria, tras la liquidación, me otorga cierta tranquilidad, sé que con el correr del tiempo irá menguando como el goteo incesante de un grifo mal cerrado. Y eso, evidentemente, comienza a inquietarme. Han pasado por mi mente ideas locas (como poner una revista: algo loco en tiempos en que los medios impresos son víctimas de la inmediatez informativa proporcionada por medios on line). He imaginado abrir una empresa, pero no tengo idea de qué. Las voces cercanas me han recomendado armar un currículum y no he querido hacerlo, pues no quiero volver a hacer algo parecido a lo que hacía. Es más, tampoco he querido hacerlo porque me niego a trabajar nuevamente para alguien más, tener un jefe, sentirme evaluado, presionado. Por eso he pensado en algo propio. Pero no consigo hallar no digo una respuesta, sino incluso el comienzo de una madeja más o menos realista y factible.
Podría decir que no sé lo que quiero hacer, pero sí sé lo que no quiero hacer.,.
Complicado, ¿no? Con el agravante de mi condición de esquizoide, que limita mi campo de acción: de hecho en estos últimos días me he sentido mucho más inmóvil y tengo el gran temor de que siga de esta manera hasta la oxidación. Y ya empezaron los sueños incómodos, los sobresaltos nocturnos, el martilleo de los pensamientos acerca de un futuro incierto. Y sé que este estado puede ser una invitación a la ansiedad. O, peor, a la depresión. (Toco madera).
Por momentos me animo un poco. Me otorgo la fantasía de pensar que algo aparecerá. Pero son momentos fugaces, pues luego me digo a mí mismo que las cosas no aparecen, sino que se buscan. Y estoy demasiado entumecido como para buscar algo. Y es que ni siquiera sé qué buscar.
Y el tiempo se agota, el minutero no se detiene. Las páginas del almanaque seguirán volteándose... transcurrirán días, semanas, meses... y no tengo idea de qué será de mí.
Descubri el blog el pasado sábado y leí todas las entradas. Recién vi el último comentario. Llamó mi atención la claridad de la redacción para expresar vivencias tan particulares. Me encontré reflejada en unas cuantas.
ResponderEliminarEspero que pase el entumecimiento y decidas qué será de vos.
Descubri el blog el pasado sábado y leí todas las entradas. Recién vi el último comentario. Llamó mi atención la claridad de la redacción para expresar vivencias tan particulares. Me encontré reflejada en unas cuantas.
ResponderEliminarEspero que pase el entumecimiento y decidas qué será de vos.
vale, querido, eres esquizoide ¿y qué? ¿quién lo sabe en este Mundo? A efectos prácticos, sólo tú. Míralo por el lado bueno - que lo hay, ya lo creo que lo hay - Apuesto a que eres un trabajador minucioso, perfeccionista, resiliente, tenaz , con tesón, que no se distrae en la máquina del café hablando bobadas con los compañeros; seguro que después de 20 años seguidos tienes competencias que no tiene nadie en tu campo... por ahí debes de enfocar el asunto. A lo mejor caes en la cuenta de que como empleado eres un chollo. Hay páginas excelentes de personal branding : échales un vistazo. Por lo menos te reirás con las anécdotas y es más que probable que pilles ideas. No le des muchas vueltas a todo. Sursum cordam !!!
ResponderEliminarEsta situación no ofrece muchas alternativas. Es hallar un nuevo empleo, emprender algo propio o entregarse a la desesperación. Si tus recursos lo permiten, unos cursos, talleres o capacitaciones brindan confianza y amplían un tanto las oportunidades. Sobre todo uno específico para enfrentar las entrevistas de trabajo, que para los de nuestra condición representan una situación límite.
ResponderEliminarme siento totalmente identificada... pero a mi mi gente cercana, la mayoria no me entiende, y me presiona a buscar cosas que yo no quiero, y me siento aun peor, no se lo que quiero, o si se me ocurre algo a la persona mas cercana con la que vivo, mi mamá, esta en desacuerdo, y me presiona todo el tiempo en buscar algo, y no me gusta, me pone peor, porque siempre elijo cosas que después las termino abandonando solo por elegirla por hacer algo, tener un futuro, esta ultima me enganche 3 años, pero llego un momento que con mi ansiedad y panico y condición esquizoide explote! estoy cansada, nose como salir de esta, hasta que no me vaya a vivir cn mi novio, vivire con ansiedad.
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