Ruinas

Yo también tengo ruinas

y si acudo al pasado

ya no sé a quién o a quiénes

busco entre los escombros

son ruinas sin prestigio

sin guías y con musgo

inmensas y mezquinas

(Mario Benedetti)

Todos tenemos un pasado (para bien o para mal). Y este poema de Benedetti desnuda pasajes de un pasado de muerte, desapariciones, silencios eternos (calculo que habla de su experiencia en los años de dictadura en el Uruguay). Pero así como el recordado y célebre autor nos presenta sus pliegues quebrados, cada quien puede hacer lo propio desde su historia personal. Hablar de sus ruinas personales, de sus propios escombros.

El problema es que las ruinas pasadas sobrevivan junto con uno; sean inmutables estas o que hayan cambiado de tamiz o evolucionado en otras ruinas pero, finalmente, haciendo nuestras vidas imposibles, o al menos, afectadas constantemente.

Pueden ser ruinas de soledad. O de autoexclusión. Puede tratarse de nuestras precarias estructuras como entes sociales. Todos los elementos y engranajes que, juntos, dieron origen a un tipo de personalidad con serias carencias.

 ¿Qué se nos murió a los esquizoides? ¿Qué encontraríamos entre nuestros escombros?

Preguntas complicadas de responder. En primer lugar, porque no está claro el origen de nuestro trastorno. ¿Es genético? ¿Aprehendido? ¿Viene con el entorno o la castración materna? En segundo lugar, porque cada esquizoide padece en distintos niveles; e incluso nuestras fronteras no están claramente delimitadas: podríamos estar caminando en el borde de la esquizotipia o a orillas del terreno perteneciente a los evitativos. Hasta podrían confundirnos, simplemente, con tímidos e introvertidos.

Sea lo que fuere, nuestras ruinas son los restos de un sistema de comunicación que jamás supimos incorporar; son nuestras aberturas al exterior selladas, clausuradas; son nuestros rudimentarios mecanismos de expresión; son nuestra renuencia a entablar lazos profundos con los que nos rodean. Se nos murió el instinto gregario.

Pero eso es mirar atrás. Y si bien hoy seguimos siendo lo que somos, creo que estamos en la capacidad de hacer que esas ruinas no sean un lastre eterno. Creo perfectamente posible vivir sin tantas cadenas, encontrando nuestro propio espacio, negándonos a hacer aquellas cosas que reactiven nuestras ruinas. Y si sentimos no poder despojarnos de nuestras ruinas, siempre existirá la posibilidad de embellecerlas, limpiarlas, hacerlas presentables. Vivir con ellas lo mejor que se pueda. Sacarle brillo a la soledad, desgarrarle el sentido negativo que mucha gente le ha acuñado a esa palabra, a través de los tiempos.

No es tan malo estar solo...