MMXIII
Heme aquí, al noveno día del segundo mes de 2013. Dos de la madrugada. Los ojos empiezan a escocerme. Aun así, cierto resorte me ha lanzado hasta aquí sin saber con certeza a santo de qué. Capaz que alguna torcida intención de pensar en voz alta acerca de lo mal que empezó este año me ha traído por estos lares. Again. No quiero entrar en detalles. Solo hay las ganas de gritar que la vida te remece feo cada cierto tiempo, sin anestesia, sin previo aviso; y uno nunca está preparado para hacerle frente. Es mentira que a mal tiempo buena cara. Y empiezo a odiar un puñado de frases hechas, tales como por algo pasan las cosas o esa que dice no hay mal que por bien no venga. Etcétera. Mejor callar que intentar, tristemente, ofrecer consuelo con zonceras como esas (más allá de buenas intenciones).
Un mes de suerte esquiva. Semanas de eventos nefastos. Futuro incierto. Trato de vislumbrar alguna claridad que pueda abrirse paso entre las oscuras páginas del almanaque y todo lo que alcanzo a ver es un carnaval de sombras, nubes danzantes, brumas esponjosas y un vacío interior alarmante. Sin contar una sensación de envejecimiento inminente, de acercamiento a tiempos postreros, a pérdidas trascendentales, esas que cambian vidas y marcan un antes y un después. Un presentimiento fúnebre que podría representarse con la imagen de un hombre solitario caminando en la lejanía y perdiéndose entre los médanos de un desierto infinito.
Por si fuera poco, a mi lado o a la distancia, gente que me importa mucho también parece tocada, malévolamente, por una vara envenenada. Castillos de naipes se vienen abajo. Los caminos otrora despejados y limpios se vuelven trochas confusas, tachonadas de impurezas, rumbo a una hondonada cubierta de peligro y mal augurio.
Madrugada de verano. Calor pringoso que el ventilador apenas mitiga. La música no para de sonar: universo paralelo, fabricante de mentiras hermosas. Melodías como un respirador artificial en misión de rescate emocional (¡valgan las palabras stoneanas!). De hecho, la música ya ha corrido en mi ayuda en innumerables ocasiones. Le debo la vida y no exagero un milímetro. Pero, de todos modos, incluso la música, maravillosa y noble ella, no puede evitar que piense en desintegrarme (tarde o temprano; rápida o lentamente). Al final del camino siempre intuyo la presencia de una bandera negra que señalará que todo, forzosamente, quiera o no, ha de acabar. Que Dios me agarre fuerte y me sostenga...
Un mes de suerte esquiva. Semanas de eventos nefastos. Futuro incierto. Trato de vislumbrar alguna claridad que pueda abrirse paso entre las oscuras páginas del almanaque y todo lo que alcanzo a ver es un carnaval de sombras, nubes danzantes, brumas esponjosas y un vacío interior alarmante. Sin contar una sensación de envejecimiento inminente, de acercamiento a tiempos postreros, a pérdidas trascendentales, esas que cambian vidas y marcan un antes y un después. Un presentimiento fúnebre que podría representarse con la imagen de un hombre solitario caminando en la lejanía y perdiéndose entre los médanos de un desierto infinito.
Por si fuera poco, a mi lado o a la distancia, gente que me importa mucho también parece tocada, malévolamente, por una vara envenenada. Castillos de naipes se vienen abajo. Los caminos otrora despejados y limpios se vuelven trochas confusas, tachonadas de impurezas, rumbo a una hondonada cubierta de peligro y mal augurio.
Madrugada de verano. Calor pringoso que el ventilador apenas mitiga. La música no para de sonar: universo paralelo, fabricante de mentiras hermosas. Melodías como un respirador artificial en misión de rescate emocional (¡valgan las palabras stoneanas!). De hecho, la música ya ha corrido en mi ayuda en innumerables ocasiones. Le debo la vida y no exagero un milímetro. Pero, de todos modos, incluso la música, maravillosa y noble ella, no puede evitar que piense en desintegrarme (tarde o temprano; rápida o lentamente). Al final del camino siempre intuyo la presencia de una bandera negra que señalará que todo, forzosamente, quiera o no, ha de acabar. Que Dios me agarre fuerte y me sostenga...
Hola...
ResponderEliminarUna pregunta. Nunca has sentido algo tan fuerte, que llegue incluso a dolerte?
Hola, te refieres a somatizar?
ResponderEliminarEn todo caso, lo más cercano a un dolor físico desprendido de una mala experiencia emocional me ocurrió tras una ruptura sentimental: la sensación de que algo presiona tu pecho hasta dolerte es inconfundible. Saludos!
Bueno... tal vez no pueda ayudarme, pero por probar... Me gustaría saber más cosas sobre el trastorno esquizoide y lo cierto es que me vendría usted de perlas u.u
ResponderEliminarPor casualidad he encontrado información sobre este trastorno y por primera ver, leyendo los comentarios de la gente con esta personalidad, me he sentido bastante identificada. Me ha sorprendido.
He leído también que hay grados. Una persona que tiene un grado bajo, podría pasar a un grado medio-alto? Lo que pensaba yo.. es que una persona esquizoide pura, como lo llaman, era insensible. Pero por su respuesta supongo que estaba esquivocada.
Para saber si uno es o no esquizoide es completamente necesario ir a un psiquiatra?
Me alegro de haber encontrado su blog, espero que siga escribiendo. Me pondré a leer desde el principio para saber un poquito más.
Gracias de antemano
Exacto. Hay grados, yo creo estar en un nivel medio. Hay grados más severos y esos sí que son insensibles, es decir, indiferentes ante la crítica y la alabanza, son personas definitivamente frías. Sobre la pregunta que haces, sí creo necesario que un especialista te diagnostique, sea psiquiatra, psicoterapeuta o psicólogo. Para mayor información te recomiendo que visites www.esquizoide.net que es un sitio creado por el psicólogo (y esquizoide) Mikel Martínez y si gustas puedes inscribirte en el grupo. Saludos y gracias por leer el blog!
EliminarHola. Como dices, están de más los comentarios con buenas intenciones. Me identifiqué mucho con tu publicación.
ResponderEliminar¡Que Dios te ayude y me ayude!
Gracias por tu comentario. Es bueno saber que existen personas que comparten un mismo pensamiento, un mismo sentir. Saludos!
EliminarHola, me alegro que hayas vuelto, realmente me gusta leerte, me gusta como escribes, y espero que todo mejore para ti y tengamos un post mas alegre jeje
ResponderEliminarGracias, Javier. Solo que no sé si me saldrán cosas más alegres. En todo caso, dicen que de la melancolía surgen ideas más profundas. Saludos!
EliminarHola Solitude, acabo de descubrir tu blog después de meses leyendo sobre este tema. Sólo puedo decirte "muchas gracias" pues tus palabras reflejan un mundo interior y pensamientos que coinciden plenamente con la forma de actuar y conductas de mi pareja. Ahora entiendo muchas cosas y las piezas del "puzzle" encajan. Convivir con un esquizoide es realmente duro y frustante, es tenerlo y no tenerlo, grandes ausencias y silencios y carencias afectivas imprescindibles para los que no somos esquizoides. Un saludo y de nuevo gracias, Ana.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Ana. Gracias por leer el blog y si en algo ayuda para que puedan encajar las piezas del puzzle, como dices, este blog encuentra una razón de ser. Saludos cordiales.
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